La Pastoral Familiar de Santa Mónica respalda apoyo psicológico ante el Stress Post traumático
Tras 32 años los habitantes de la Ciudad de México experimentamos nuevamente un sismo de grandes consecuencias. Quienes sufrimos la experiencia de 1985 revivimos aquellas escenas de ruina y pérdidas; las nuevas generaciones sufrieron en carne propia lo que quizá muchas veces solo escucharon de sus mayores.
A pesar de los preparativos y los simulacros, la impresión que, en la realidad, provoca en el ánimo de las personas, un sismo como el del 19 de septiembre pasado es algo que persigue a los sobrevivientes.
Nuevamente, ante la adversidad, al igual que hace 32 años, los habitantes de esta Gran Ciudad mostramos la calidad humana que poseemos. De inmediato, se formaron grupos de personas que se abocaron a tratar de sacar de las ruinas de los edificios a quienes habían quedado atrapados. Así, con sus manos, sin herramientas, movidos solamente por la solidaridad humana, podríamos decir, por el amor cristiano, aun cuando muchos voluntarios, tal vez, no conocían a Cristo.