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Procesión del Silencio y Rosario Meditado

Ya decíamos que nadie se quería ir a su casa una vez terminada la Adoración de la Cruz. Esto fenómeno tiene una gran explicación, todos los asistentes a la ceremonia de la Adoración de la Cruz, queríamos acompañar a nuestra Madre Santísima en su soledad durante el proceso de ver condenado a muerte a su hijo y nada poder hacer pues desde antiguo se había ofrecido al Padre en expiación del pecado de soberbia de nuestros primeros padres, y del nuestro, del mío cualquiera estilo y modalidad que haya adoptado. Ella lo sabía perfectamente pues lo había estudiado en las Escrituras y se lo había vaticinado.

Terminó la Adoración de la Cruz y los participantes fueron invitados a acompañar a la imagen de La Dolorosa que para ese momento ya presidía el Presbiterio. Salió la imagen en andas, cargada por cuatro mujeres de nuestra comunidad a recorrer el camino que horas antes había transitado su Hijo. Todos los participantes en absoluto silencio, meditando los dolores de la Virgen:

  1. El inflingido por Simeón al profetizarle que “Una espada atravesará tú alma”
  2. La huida a Egipto evitando con ello la muerte (prematura de su Hijo) a manos de Herodes
  3. La pérdida del Niño Jesús en el templo.
  4. El encuentro que tuvo con su Hijo camino del Calvario.
  5. La Crucifixión y muerte de su Hijo.
  6. El descendimiento del cuerpo inerte de la Cruz, del cuerpo de su Hijo.
  7. El entierro de Jesús.

Lo único que se escuchaba era el tambor marcando el paso de quienes marchábamos en pos de nuestra amada María. ¡¡¡Impresionante!!!

Era la Virgen de los Dolores quién presidía la procesión. No obstante, el peso de su imagen y de las andas, había una larga lista de mujeres creyentes dispuestas a sostenerla en su caminar.

De regreso en Santa Mónica, uno a uno fue desgranado por las familias elegidas, cada uno de los cinco misterios dolorosos del Rosario meditado. En ellos se reflexionó una vez más los sucesos que por la mañana se contemplaron en el Vía Crúcis. Al término de cada reflexión los Padre Nuestros y las Aves Marías completaban el cuadro. Fue un evento muy cálido. Con este evento se terminó la parte pública del Viernes los oficios del viernes dieron término en su parte pública, para dar lugar a la reflexión tanto individual, como en familia.

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