Este día, el viernes santo, en la Liturgia Romana es muy especial, todo está preparado para ser un día de especial y profundo recogimiento, en recuerdo de nuestra redención. En Santa Mónica cono en todas Iglesias de nuestro país, es igual.
Los sacerdotes con-celebrantes no visten la casulla, solo una estola de color rojo encarnado, al llegar al presbiterio, habiendo ingresado por la parte posterior de la nave del Templo, oran rostro en tierra. El altar sigue desnudo y no hay candelas prendidas pues no habrá consagración y el Sagrario vacío pues no hay depósito, todo es signo de la pena que embarga a la Iglesia por la muerte de Nuestro Señor.
A continuación, viene la lectura de la Pasión, en su versión completa y, el sacerdote oficiante principal, al término de la misma pronuncia un sermón alusivo; los fieles asistentes escuchan con atención, pues hacen suyas las palabras y las aplican a sus personas y vidas personales.
En terminada la primera parte de la liturgia, da inicio la Adoración de la Cruz. Ésta es ingresada al templo por la parte posterior, en procesión por el pasillo central, hace tres paradas en la cuales el sacerdote canta: “Mirad el árbol de la cruz, en el que estuvo clavado Xto., el Salvador del Mundo”. En la primera le descubre el brazo derecho, en la segunda es el brazo izquierdo el descubierto y en la tercera, ya en el Presbiterio lo descubre por completo. Venid y adoremos contestan, cada vez, los fieles congregados y se inicia la adoración del signo material de nuestra redención.
Así como el cuerpo no puede permanecer sin alimento, así nuestra alma no puede estar sin su alimento; esto es, sin la Sagrada Eucaristía. Es por ello que los ministros extraordinarios, en solemne procesión, la trajeron de su depósito. Dentro de la tristeza del día, es un momento de alegría pues podremos alimentar a nuestro espíritu que ha seguido el relato de la Pasión con la esperanza puesta en la Resurrección.
Habiendo comulgado somos despedidos sin bendición, pero nadie se retira pues queremos acompañar la nuestra Madre Santísima en sus Dolores, esos atroces dolores que toda madre debe sufrir cuando ve a su hijo sufrir como Ella lo vio y nada puede hacer para remediar su sufrimiento. La gran mayoría de los seres humanos que son nuestros a causa de la justicia, están purgando, según un criterio humano, los crímenes que cometieron, pero Jesús el único que cometió, si así le podemos decir fue el haber amado a toda la humanidad y haberse propuesto al Padre como redentor del orgullo cometido por nuestros primeros padres al haber querido ser como dioses. Con su muerte Xto. venció a la misma muestre y al perverso Satanás que se solaza con la perdición de los hombres y que la busca como la única manera de vengarse de Dios Padre Señor de todo lo creado.