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JUEVES SANTO 2024

En Santa Mónica dimos comienzo al Triduo Pascual de este año con  una solemne misa presidida por fray Melchor Benito Benito quien es nuestro rector.

El templo, que se encontraba casi  lleno recibió a la procesión en la cual participaron niños y jóvenes que se  mostraban orgullosos por participar en tan importante evento para nuestra religión. 

El Jueves Santo es una fecha muy importante para nosotros los cristianos porque en ella se llevan a cabo cuatro momentos  cruciales:  a) el lavatorio de pies a los discípulos, aquí Nuestro Señor da muestra de lo que es la humildad, el servicio y la igualdad; b) Jesús instituye la Eucaristía dejándonos Su cuerpo y Su sangre en el pan y el vino;            c) instituye el sacerdocio al instruir a sus apóstoles: “hagan esto en conmemoración mía”; d) da a conocer un nuevo mandamiento: “ámense los unos a los otros como yo los he amado”.

Fray Melchor en su homilía, nos indica que Jesús ya se había dado hasta la saciedad a sus apóstoles, ya no podía dar más de sí y el culmen fue dar su vida por nosotros y es lo que conmemoramos en cada eucaristía (lo mismo que Su resurrección) el evangelio según San Juan nos dice  que nosotros estamos invitados a nutrirnos del cuerpo inmolado de Jesús, resucitado por Dios; Jesús es ejemplo de servicio nos recuerda fray Melchor; de suma importancia es el momento en que Jesús lavó los pies a sus discípulos la noche de la Última Cena (comentó también  que hasta antes del Concilio de Trento, el lavado de pies se consideraba un sacramento) por la humildad demostrada y les encomendó a sus apóstoles que hicieran  acciones de humildad, sacrificio y servicio unos con otros, como Él lo había hecho; Jesús es el verdadero cordero pascual, lleva a plenitud el proyecto de liberación que Dios ideó, se entrega a través de la muerte que es  el comienzo de una presencia nueva y permanente entre nosotros, Su cuerpo nos fortalece y Su sangre nos limpia de pecado, siempre y cuando nosotros actuemos en concordancia con los mandamientos del Señor. Compartimos la vida con otros y eso también implica sacrificio, se vive se dialoga, se comparte eso es la vida, que queramos ser parte de los que quieren estar con Jesús, con Dios, fue la conclusión de fray Melchor.

 

Al terminar la homilía procedió el celebrante al lavatorio de pies; para ello, diez niñas y 2 niños que acuden al  catecismo, previa autorización de sus padres, participaron en representación de los apóstoles  y fray Melchor hizo el lavatorio uno por uno, emulando así lo hecho por Nuestro Señor Jesucristo en la Última Cena. 

Al finalizar la Celebración Eucarística, el Santísimo Sacramento fue llevado entre cantos de alabanza al Salón San Agustín donde fue reservado con toda solemnidad por parte de fray Melchor.  

La capilla de San Lorenzo se mantuvo abierta como lugar de adoración al Santísimo Sacramento y aquí los miembros de la mayordomía de San Lorenzo, generosamente obsequiaron pan bendito y manzanilla en flor; de acuerdo a la tradición, el pan es para compartir con aquellos que no pudieron ir a misa y por lo tanto no comulgaron, también es símbolo de caridad; la manzanilla significa que la comunión es medicina para el alma.

La Hora Santa hermosamente ambientada, fue organizada por la JAR (Juventud Agustino Recoleta) y la FSAR (Fraternidad Seglar Agustino Recoleta);  por medio de un diálogo entablado con Jesús, las mujeres nos sentimos llamadas directamente por ti, Jesús; nos llamaste por nuestro nombre y nos diste nuestro lugar en aquella sociedad judía que no permitía al sexo femenino participar en la Pascua de la misma manera que a los hombres; ayudamos a  Marta y María a preparar los alimentos, hemos aprendido mucho de ellas , pero más de la madre de Jesús, a quien queremos aprender a parecernos, por su amor tan entregado, por su pronta ayuda, por estar al pendiente de lo que necesitamos;  nos llevaron al mismo cenáculo en Jerusalén donde  el Señor  cenó por última vez con sus discípulos,  haciéndonos partícipes de lo ahí vivido, haciéndonos  sentir por momentos, miembros de su grupo de discípulos, retratando a los seres humanos débiles que somos, pero que queremos ser mejores, queremos ayudarle, queremos ofrecerle nuestro hombro, nuestro apoyo; vamos con Jesús al huerto de Getsemaní, donde nos invita a acompañarle en la oración que dirigirá a nuestro Padre, pero nuestra voluntad es flaca y nos quedamos dormidos una, otra y otra vez, aquí no podemos decir que la intención es lo que cuenta; queremos preguntar al Señor: ¿Te sientes bien?, ¿Tienes miedo?, ¿Sabes que estarás solo? Pero sólo se queda en deseo de preguntar, porque sabemos que Él sabe lo que se avecina y por ello suda sangre; en otra oportunidad, tenemos la tentación de decirle: vete Jesús, no tienes por qué sufrir tanto, pero después recordamos que sin Él no hay salvación y por eso mismo,  hará el enorme, indescriptiblemente  doloroso sacrificio de ofrecer su vida a cambio de nuestra libertad y  es entonces que pedimos a nuestro Padre Dios te infunda el valor para seguir adelante.

 

A manera de conclusión,  se le agradeció a Jesús el habernos dado la oportunidad de acompañarle; nos retiramos con un corazón agradecido y ofrecimos nuestra presencia por la de aquellos que no quisieron o no pudieron acudir a visitarle.

Los organizadores de la citada Hora Santa abrieron un espacio para hablarle directamente a Jesús Sacramentado y algunas personas le dieron gracias por su presencia entre nosotros, por su infinita bondad y amor a nosotros; reconocemos la importancia de su presencia en nuestra vida; cuando caemos, nos levantas, siempre estás ahí para nosotros; te pedimos tu protección y ayuda para que siempre estemos atentos y vigilantes ante los embates que se nos presentan; estas fueron algunas de las expresiones que se escucharon. Asimismo, los organizadores leyeron citas de San Agustín,  cuya  interioridad, ayudó a hacer más sentido este momento de visita personal a Jesús Sacramentado.

Que esta Hora Santa nos sirva de reflexión con respecto al inmenso y nunca merecido amor de Dios hacia nosotros, al permitir que Su Hijo Jesucristo se sacrificara por nosotros , para liberarnos de nuestros pecados, alcanzando así la redención y en su momento, la vida eterna.

Colaboración: Mari Carmen Benítez R. Ministerio de Comunicación.

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