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VIERNES SANTO 2025

En el segundo día del Triduo Pascual, la comunidad del templo de Santa Mónica en conjunto con las de la Parroquia de Nuestro Señor de El Buen Despacho y de la Divina Providencia, se reunió para rezar el Viacrucis, devoción que nos ayuda a recordar la Pasión de Nuestro Señor Jesucristo, quien nos demostró su amor inconmensurable ofreciendo su vida por nuestra redención.

 

Una gran cantidad de gente se reunió en el atrio de El Buen Despacho  donde Monseñor Héctor Mario Pérez, obispo auxiliar de la Arquidiócesis de México, inició el recorrido que se haría desde el templo de El Buen Despacho hasta el de Santa Mónica; la Divina Providencia se uniría a la procesión en la octava estación; antes de dar comienzo a la procesión, Monseñor Pérez nos dijo que el Viacrucis no es recordar el dolor padecido por Nuestro Señor Jesucristo, sino el amor con que vivió ese sufrimiento  es decir: SU amor por la humanidad.

Entre cantos de alabanza y oración, se fue desarrollando esta piadosa devoción y mucha gente no pudo evitar conmoverse hasta las lágrimas, cuando en la octava estación, Jesús y María se encuentran frente a frente y se unen en un abrazo simbólico, la Virgen está ahí apoyando a su hijo y, como madre que es, no puede evitar sufrir con él.

Tuvimos el honor de que Monseñor Pérez hiciera la reflexión de las siete palabras, que de principio a fin, fue una catequesis, reflexión, homilía, cátedra, todo ello en conjunto; nos dijo que en esas siete palabras Jesús hace un compendio de Su Vida para que nosotros pudiéramos comprender lo acaecido aquél viernes en la cruz, el primer Viernes Santo de la historia.

 

Padre, perdónales porque no saben lo que hacen, donde Jesús nos disculpa ante Dios en sus últimos momentos de vida, continuando con: Hoy estarás conmigo en el paraíso,  aquí Jesús nos da la oportunidad de mostrar humildad (entendiendo humildad como el reconocer de verdad quienes somos, ni más ni menos) y arrepentirnos de nuestros pecados aunque sea en el último momento de nuestra vida y gozar del amor de Dios eternamente; prosiguiendo con: Mujer, ahí tienes a tu hijo, hijo, ahí tienes a tu madre, haciéndola así copartícipe de la misión salvífica que Jesús da a sus apóstoles, haciendo de ella la primera evangelizadora y a la vez,  Jesús le pide que dé a luz a los que le amarán, le desobedecerán, en fin a todo el mundo por venir, gracias María por aceptar esta maternidad también; a continuación: Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado? todo el castigo infligido en Jesús y él, en esos momentos difíciles hizo alusión al salmo 22, que hace una descripción del estado en que se encuentra Jesús,  él no pensaba que su Padre le había abandonado, Dios es esperanza que no defrauda, volvamos nuestro rostro hacia Él; seguimos con la frase: Tengo sed, esa sed trasciende la necesidad física, es sed de amor correspondido, toca a nosotros corresponder al inmenso amor que Jesús derramó por nosotros en la cruz; Todo está cumplido, la misión de Jesús era dar a conocer que el amor que el Padre tiene por sus hijos se experimenta, vino Jesús para que tengamos vida eterna o sea tener el amor del Padre; Jesús nos amó desde la cruz, sería maravilloso que pudiéramos decir a Dios que la misión que nos encomendó la hemos cumplido, nuestra misión es amar; última frase: Padre, en tus manos pongo mi espíritu, cada uno vivimos nuestra propia aventura, lo importante es no dejar de amar, dentro de la vocación elegida, pero no olvidemos que nuestra vida pertenece a Dios, que podamos decir durante y al final de nuestra vida: Padre, en tus manos encomiendo mi obra, tuya es y a ti te la regreso. ¡Somos herederos de un amor Divino!

Por la tarde, en el templo de Santa Mónica, el altar desnudo nos recuerda que hoy no hay celebración eucarística y en su defecto tenemos  la Liturgia de la Palabra; inicia esta conmemoración con la entrada del celebrante, quien se postra con la cara al suelo, en recuerdo a la agonía de Jesús; posteriormente se proclaman la lectura de Isaías (el siervo sufriente o cántico del siervo),  del salmo  30 “Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu”, y  Carta a los Hebreos (4, 14-16; 5, 7-9)  continuamos con la lectura del texto completo de la Pasión según San Juan.

En su homilía fray Melchor nos dijo que ser cristianos significa aprender a obedecer a Dios; haciendo referencia al cántico de el siervo sufriente, destacó  que  Jesús sufrió una humillación extrema  y y asumió en su carne y espíritu , no sólo el dolor físico, sino también el peso moral y espiritual de la humanidad entera. Jesús guarda silencio ante un castigo que no mereció y su fortaleza está en su confianza profunda en Dios su Padre. La Pasión de Nuestro Señor Jesucristo es una esperanza en nuestra vida; todos nuestros sufrimientos, los entendemos en Él, y gracias a Él tenemos esperanza en la vida futura.

A continuación, se rezó la oración universal que este día se reza exactamente igual en todo el mundo. Se ora por la Iglesia, por el Papa, por el obispo y demás miembros del clero, por los catecúmenos, por la unidad de los cristianos, por los judíos, por los que no creen en Cristo, por los que no creen en Dios, por los gobernantes y por los afligidos.

Hicimos la Adoración del Árbol de la Cruz, en la cual se va descubriendo en tres etapas el crucifijo, que está cubierto con un lienzo, mientras en cada una se canta “Mirad el árbol de la cruz, donde estuvo clavada la Salvación del Mundo” y se responde ¨Venid a adorarlo”. El sacerdote  besa la cruz y posteriormente la feligresía.

 

Después, tanto el oficiante como los fieles rezamos el Padre Nuestro y una vez que rezamos el Cordero de Dios, se distribuyó la comunión.

Se nos invitó a acompañar a la Virgen de la Soledad y junto con ella esperar la Resurrección del Señor, lo cual hicimos en una procesión en silencio, alrededor del Parque San Lorenzo. Familias completas caminando en orden, lo mismo niños que gente mayor, todos unidos en meditación, en reflexión personal.

Terminada la procesión, ingresamos a la Capilla de San Lorenzo donde rezamos el Santo Rosario, como muestra de pésame a la Virgen.

Con esto concluimos los oficios del Viernes Santo.

¡Gracias Señor, por permitirnos vivir este momento de recogimiento, encuentro contigo y comunión fraterna!

Colaboración: Mari Carmen Benítez R. Ministerio de Comunicación.

Fotografía: Aurora Jiménez y Mari Carmen Benítez.

 

 

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