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JUEVES SANTO 20255

Un templo prácticamente lleno atestiguó el inicio del Triduo Pascual en nuestra comunidad de Santa Mónica, que recibió una procesión en la cual niños y jóvenes participaron con entusiasmo mostrando su alegría y orgullo por ser parte de un  evento tan significativo  para nuestra religión.

Como sabemos, el Jueves Santo es una fecha muy importante para nosotros los cristianos porque en ella se llevan a cabo cuatro momentos  cruciales:  a) el lavatorio de pies a los discípulos, aquí Nuestro Señor da muestra de lo que es la humildad, el servicio y la igualdad; b) Jesús instituye la Eucaristía dejándonos Su cuerpo y Su sangre en el pan y el vino; c) instituye el sacerdocio al instruir a sus apóstoles: “hagan esto en conmemoración mía”; d) da a conocer un nuevo mandamiento: “ámense los unos a los otros como yo los he amado”.

En su homilía, Fray Melchor nos invitó a darnos cuenta de lo importante que es la presencia de Jesús en nuestra vida y en nuestra historia, nunca nadie había amado tanto y Él dio su vida por nosotros y es lo que conmemoramos en cada eucaristía, lo mismo que Su resurrección; el evangelio según San Juan nos dice  que nosotros estamos invitados a nutrirnos del cuerpo inmolado de Jesús, resucitado por Dios; Jesús es ejemplo de servicio nos recuerda fray Melchor; de suma importancia es el momento en que Jesús lavó los pies a sus discípulos la noche de la Última Cena, por la humildad demostrada y les encomendó a sus apóstoles que hicieran  acciones de humildad, sacrificio y servicio unos con otros, como Él lo había hecho; Jesús es el verdadero cordero pascual, lleva a plenitud el proyecto de liberación que Dios ideó, se entrega a través de la muerte que es  el comienzo de una presencia nueva y permanente entre nosotros, Su cuerpo nos fortalece y Su sangre nos limpia de pecado, siempre y cuando vivamos según los mandamientos del Señor. Compartimos la vida con otros y eso también implica sacrificio, se vive se dialoga, se comparte, eso es la vida.

Al terminar la homilía procedió el celebrante al lavatorio de pies; para ello, ocho niñas y 4 niños que acuden al  catecismo, previa autorización de sus padres, participaron en representación de los apóstoles  y fray Melchor hizo el lavatorio uno por uno, siguiendo el ejemplo que nos dejó Nuestro Señor Jesucristo en la Última Cena. 

Al finalizar la Celebración Eucarística, el Santísimo Sacramento fue llevado entre cantos de alabanza al Salón San Agustín donde fue reservado con toda solemnidad por parte de fray Melchor.

La capilla de San Lorenzo se mantuvo abierta como lugar de adoración al Santísimo Sacramento y aquí los miembros de la mayordomía de San Lorenzo, generosamente obsequiaron pan bendito y manzanilla en flor; de acuerdo a la tradición, el pan es para compartir con aquellos que no pudieron ir a misa y por lo tanto no comulgaron, también es símbolo de caridad; la manzanilla significa que la comunión es medicina para el alma.

La Hora Santa hermosamente ambientada en el salón San Agustín, fue organizada por FSAR (Fraternidad Seglar Agustino Recoleta), ministerio de Proclamadores y ministerio de Adoración Eucarística; entre cantos y lecturas, coordinado el programa por el ministerio de Intercesión, meditamos sobre el nuevo mandamiento que Jesús dio a sus apóstoles: “ámense los unos a los otros como yo les he amado”, pidiendo a Jesús Su ayuda para hacer la voluntad del Padre y demostrar nuestro amor hacia Él al entregarnos a nuestra familia y al prójimo, porque en cada uno de ellos está Jesús. Asimismo, meditamos en la inmensidad del amor de Jesús, que permanece en el Sagrario, es un prisionero de amor, por amor a nosotros.

Que esta Hora Santa nos ayude a reflexionar sobre el gran amor de  Dios hacia nosotros, amor siempre inmerecido, al permitir que su hijo Jesucristo se entregara por nuestra salvación liberándonos del pecado dándonos  la esperanza en la redención  y la vida eterna.

Colaboración: Mari Carmen Benítez R. Ministerio de Comunicación.

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