Como es tradición en nuestra comunidad de Santa Mónica, este año también celebramos la festividad del Corpus Christi, que tuvo lugar el 19 de junio. Esta celebración se realiza el jueves posterior a la Solemnidad de la Santísima Trinidad, siguiendo la práctica de varios países del mundo católico. No obstante, en muchas otras naciones, por razones como las laborales, se conmemora el domingo siguiente a dicha solemnidad.
Recordemos que la expresión “Corpus Christi”, de origen latino, significa “Cuerpo de Cristo”. En esta festividad celebramos la presencia real de Jesucristo en la Eucaristía, es decir, su Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad. Esta solemnidad fue impulsada en el siglo XIII por Santa Juliana de Lieja y posteriormente aprobada por el Papa Urbano IV.
¿Por qué es tan significativa la celebración del Corpus Christi?
La Eucaristía es considerada por la Iglesia como “la fuente y cumbre de toda la vida cristiana (Concilio Vaticano II, Lumen gentium, 11). En ella, Jesús mismo vuelve a ofrecernos el sacrificio que realizó en el Calvario (cf. Lc 22,19-20; 1 Cor 11,26-29), y lo hace en favor nuestro, entregándose en la Sagrada Comunión (cf. Ex 16,4; Jn 6,1-14, 48-51). Además, permanece entre nosotros hasta el final de los tiempos (cf. Lc 24,13-35; Mt 28,18-20). Cristo se hace presente en la Eucaristía de manera sencilla y humilde, haciéndose cercano y accesible por amor a cada uno de nosotros. Aun así, no debemos olvidar que es verdaderamente Dios, y por eso su Cuerpo y Sangre merecen nuestro más profundo respeto, amor y adoración. Como expresa el himno Tantum Ergo, escrito por Santo Tomás de Aquino: Adoremos este gran Sacramento con reverencia; que la antigua figura ceda al nuevo rito, y que la fe supla donde los sentidos no alcanzan. San Francisco de Asís también lo comprendía profundamente al decir: En este mundo no veo al Altísimo Hijo de Dios, sino a su Santísimo Cuerpo y Sangre.” 1
Antes de comenzar la Santa Misa, salimos del templo en procesión. Al frente iba la Custodia con el Santísimo Sacramento, llevada por fray Melchor Benito B., nuestro rector, guiando el recorrido hacia el atrio y al salón San Agustín. Allí ya nos aguardaban dos altares bellamente adornados con flores y veladoras, una labor realizada con esmero por miembros de la FSAR (Fraternidad Seglar Agustino Recoleta) así como de los Ministerios de Adoración Eucarística y MESAC, ornatos que contribuyeron a dar mayor solemnidad y belleza a esta significativa celebración. El tercer altar fue el propio del templo.
En cada uno de los altares elevamos nuestras oraciones y cantos, glorificando la grandeza de nuestro Rey Eucarístico, siguiendo una tradición que se remonta al siglo XIV, como expresión del profundo valor que la Eucaristía tiene en nuestra vida. En cada estación, recibimos la bendición con el Santísimo Sacramento.
Ya que la procesión había finalizado en el templo, con gran solemnidad, el Santísimo fue reservado en el sagrario de manos de nuestro rector.
La celebración de Corpus Christi fue, sin duda, un acontecimiento significativo. En primer lugar —y lo más esencial— porque nos permitió honrar la presencia real de Nuestro Señor Jesucristo en la Eucaristía; en segundo, por la oportunidad de celebrar esta solemne fiesta como comunidad haciendo caso omiso del tiempo lluvioso que hemos estado viviendo. ¡Que la solemnidad del Corpus Christi siga fortaleciendo nuestra unidad y nos mantenga firmes en la fe cada día de nuestra vida!
Colaboración: Mari Carmen Benítez Rincón. Ministerio de Comunicación.
Fotografía: Norma Canales, Aurora Jiménez, Mari Carmen Benítez.
1)https://www.ewtn.com/es/catolicismo/fiestas-liturgicas/corpus-christi-20996