El pasado 9 de junio, tuvimos una conferencia de parte del maestro Héctor Sosa, quien, a invitación del Ministerio de Cultura de nuestra Comunidad de Santa Mónica, hizo su presentación ante una audiencia ávida de conocimiento respecto a los representantes de la ópera nacional.
Con su personal estilo de compartir sus conferencias, el maestro Sosa nos llevó de la mano por una selección que él ha consolidado a través de la investigación del pasado de los cantantes, dueños de portentosas voces, que la gran mayoría de nosotros desconocía hasta ese momento.
Nos dijo el expositor que México ha sido cuna de notables voces operísticas que, a lo largo del siglo XX y XXI, han proyectado el arte lírico nacional a escenarios de gran prestigio internacional. Entre estas figuras destacan artistas cuya trayectoria no solo enriquece la historia de la ópera en México, sino que también constituye un legado cultural invaluable.
Uno de los pioneros fue José Mojica, tenor jalisciense que, además de su destacada carrera operística, fue figura prominente en el cine de la Época de Oro del cine mexicano. Su voz lo llevó a cantar en el Metropolitan Opera House de Nueva York y en diversos escenarios de América Latina y Europa, ganándose el reconocimiento del público y la crítica. Mojica fue también notable por retirarse del mundo artístico para consagrarse como religioso franciscano.
A continuación presentaremos una síntesis de los cantantes que nos dio a conocer Héctor Sosa.
La soprano Irma González es considerada una de las grandes pedagogas del canto en México, además de haber brillado en los teatros más importantes del país. Fue una figura clave en la promoción de la ópera nacional, destacándose en roles de compositores mexicanos y en temporadas del Palacio de Bellas Artes.
Oralia Domínguez, contralto de voz profunda y poderosa, conquistó los escenarios europeos, presentándose en casas de ópera como La Scala de Milán, Royal Opera House de Londres y el Festival de Bayreuth. Su colaboración con famosos directores como Herbert von Karajan y Georg Solti es testimonio de su excelencia artística.
Otra voz sustancial es la del barítono Guillermo Sarabia, originario de Mazatlán, quien se convirtió en una de las figuras más queridas del repertorio operístico mexicano. Se presentó en el Palacio de Bellas Artes y en teatros de Europa y Estados Unidos de América. Su labor como maestro de nuevas generaciones consolidó su legado.
Carlos Puig, tenor, tuvo una importante carrera tanto en México como en el extranjero. Reconocido por su musicalidad y presencia escénica, participó en temporadas internacionales, destacando su paso por Alemania y otros países europeos.
Belén Amparán, mezzosoprano de gran expresividad, destacó por su trabajo tanto en ópera como en repertorio sinfónico. Su voz fue aclamada en escenarios nacionales y en diversas giras internacionales.
Maritza Alemán, reconocida por su participación en compañías de ópera mexicanas y por su impulso a la ópera contemporánea, tuvo también una influencia destacada en la formación de jóvenes cantantes.
Cristina Ortega, soprano, con una carrera que incluyó importantes producciones operísticas y conciertos sinfónicos, fue conocida por su versatilidad y su compromiso con la música mexicana.
María Romero, Josefina Aguilar y Alicia Torres Garza son exponentes del canto lírico nacional que brillaron principalmente en México, aportando al desarrollo de temporadas operísticas, especialmente en Bellas Artes y en los teatros regionales, además de fomentar el repertorio nacional y latinoamericano.
Salvador Moreno, fue compositor, autor de la ópera Severino y promotor cultural. Se le reconoce como una figura integral en el desarrollo de la música de concierto en México, tanto en el escenario como en la creación musical.
Finalmente, Gilda Cruz-Romo, una de las sopranos mexicanas más reconocidas internacionalmente, fue figura habitual en el Metropolitan Opera House de Nueva York durante las décadas de 1970 y 1980, y se presentó también en Viena, París, Milán, y otras capitales de la ópera. Su interpretación del repertorio verdiano es especialmente celebrada.
Apartado especial mereció el Ruiseñor Mexicano, Ángela Peralta, quien fue la precursora de las voces femeninas en el ámbito operístico mexicano, cuya voz conmovía hasta a aquellos que ignoraban lo relativo a la música culta, la ópera y tesituras; además fue compositora; ella falleció en 1883.
Estas voces, diversas en tesitura y estilo, han contribuido significativamente a posicionar a México como una tierra fértil para el arte operístico. Su legado permanece vivo no solo en grabaciones y memorias, sino también en las generaciones de cantantes que han seguido sus pasos, inspirados por la pasión, la disciplina y el talento que cada uno de ellos encarnó.
Colaboración: Mari Carmen Benítez Rincón. Ministerio de Comunicación.
Fotografía: Norma Canales y Mari Carmen Benítez R.