En el tercer y último día del Triduo Pascual, realizamos el rezo de Laudes, que es una oración de alabanza a Dios, se reza por la mañana , con el fin de santificar el día con la presencia de Dios y del Via Matris, un recorrido espiritual que representa el camino que vivió la Virgen María a lo largo de su vida, centrado en la meditación de sus siete dolores.
El camino de María fue un sendero de sufrimiento y profunda fe. Le pedimos que nos permita compartir su dolor, para así unirnos a ella desde lo más profundo del corazón. En María encontramos consuelo y paz. Ella nos da el ejemplo de cómo abrazar nuestra cruz y continuar adelante. Fue la primera en seguir a Jesús y en anunciar su mensaje: la primera apóstol y evangelizadora.
Por la noche, fuimos al templo para participar en lo que muchos llaman “la liturgia de las liturgias”, que es la Vigilia Pascual. Poco a poco, los fieles fueron llegando al templo, con entusiasmo y prontitud, buscando un lugar para participar en esta celebración tan esperada, anteriormente conocida como el Sábado de Gloria. El templo se encontraba oscuro, unas cuantas luces permitían a la feligresía encontrar un sitio, mientras que, en el exterior, una fogata ardía iluminando la noche.
La Vigilia Pascual está marcada por tres signos fundamentales. Todo inicia con el rito del Fuego Nuevo: el sacerdote bendice la fogata previamente encendida y, de ella, toma la llama para encender el cirio pascual, símbolo de Jesucristo, Él es la luz que vence la oscuridad. Poco a poco, esa luz se va extendiendo dentro del templo. Los Ministros Extraordinarios de la Sagrada Comunión reciben el fuego y lo comparten con los fieles, quienes a su vez lo transmiten a los demás, hasta que todos los cirios están encendidos con la luz de Cristo. La emoción se percibe intensamente en el ambiente; la tenue iluminación crea un clima de recogimiento y reflexión, mientras aguardamos con esperanza que las sombras den paso a la luz.
Se canta el Pregón Pascual que es un “poema del siglo IV que proclama el cumplimiento de todas las promesas en Cristo, quien recibe la gloria y el honor para siempre”. 1
El segundo símbolo se da con la Liturgia de la Palabra y se proclaman lecturas del Antiguo Testamento, tomando esta ocasión las siguientes: del Génesis las referentes a la creación y a la prueba de obediencia de Abraham, del Éxodo la relativa a la liberación del pueblo judío por parte de Dios, quien los salva de los egipcios al cruzar el Mar Rojo; esto sirve de prólogo a lo que sucedería muchos años después, ya que Dios nuevamente salva a su pueblo, por medio de su Único Hijo. También hubo lectura del libro de los profetas Isaías y Ezequiel.
Un templo prácticamente lleno, cantaba los salmos correspondientes a cada lectura y una vez terminado el “Estoy sediento del Dios que da la vida”, comenzamos a tocar las pequeñas campanas, las luces del templo se van encendiendo gradualmente y gradualmente la alegría de recordar que el Señor ha resucitado, va inundando nuestros corazones, la comunidad está exultante y lo transmite abiertamente. ¡Cantamos el canto a La Gloria de la Resurrección del Señor!
Posteriormente hubo la lectura de la carta del apóstol San Pablo a los romanos, en la que nos dice que nuestro hombre viejo fue crucificado con Cristo y que también viviremos con Él, considerémonos muertos al pecado en Cristo Jesús.
Fue proclamado el evangelio de San Lucas, en la parte que corresponde a la Resurrección del Señor, la homilía que nos dirigió fray Melchor Benito, Benito, nuestro rector, hizo énfasis en que celebramos la Pascua y Pascua es paso, hoy celebramos la Pascua de la creación en la lectura del Génesis, la Pascua de la libertad, el pueblo de Dios sale de Egipto, con ello, de la esclavitud y el Señor le acompaña y la Pascua de la santificación, ya que Jesús con su muerte y resurrección nos trae una forma de salir del pecado a la gracia. Dios reafirmó a Jesús, si vivimos como Él, viviremos como Él, si morimos como Él, resucitaremos con Él; Dios nos tiende la mano constantemente, Él es luz, bondad, belleza, Dios nos amó, perdonó nuestros pecados y nos dio la vida eterna, recordó que la Pasión de Jesús es una experiencia de purificación y sanación para el género humano, ya que Él estaba libre de pecado; Dios nos amó, nos perdonó y nos dio nueva vida en Cristo.
A continuación procedimos con el tercer símbolo: Liturgia Bautismal, en la cual fuimos testigos del bautismo de cuatro chicos, dos niños y dos niñas que a su vez, son catecúmenos de Santa Mónica; el celebrante bendijo el agua, así como el agua que llevaron los feligreses; renovamos las promesas que nuestros padres y padrinos hicieron cuando fuimos bautizados, renunciamos a Satanás, a sus seducciones y a sus obras e igualmente, afirmamos nuestra creencia al responder al Credo, inmediatamente después recibimos la bendición con agua bendita, en recuerdo de nuestro bautismo.
Después de la Eucaristía de la Pascua, en la cual participó la mayoría de los fieles, dio por concluida la celebración y, se nos recuerda que está iniciada la Pascua de la Resurrección.
Al finalizar, se invitó a la feligresía a participar en un convivio para celebrar la Pascua de Resurrección, reunión que resultó muy animada, donde la gente departió con cordialidad y hasta cantó y bailó modernos cantos de alabanza a Jesús.
Que la luz que hoy ha brillado ante nosotros, junto con la profunda alegría que llena nuestros corazones, nos guíe cada día en nuestro camino hacia el encuentro con el Señor.
¡FELICES PASCUAS DE RESURRECCIÓN!
Colaboración: Mari Carmen Benítez R. Ministerio de Comunicación.
Fotografía: Norma Canales, Aurora Jiménez, Carlos Berzunza y Mari Carmen Benítez.
1) https://www.aciprensa.com/noticias/hoy-se-celebra-el-sabado-santo-la-vigilia-pascual-98513