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MUSEO NACIONAL DEL VIRREINATO

México, este país, crisol de civilizaciones diversas, no deja de asombrarnos con todas las ofertas culturales que tiene para propios y extraños y un ejemplo de ellas es el Museo Nacional del Virreinato. Nuevamente el Ministerio de Cultura, siempre deseoso de hacer a la Comunidad de Santa Mónica, partícipe del conocimiento de nuestras raíces y nuestra historia, organizó una visita al citado museo, que se encuentra en Tepotzotlán, en el estado de México.
Una soleada y despejada mañana nos recibe en el poblado, misma que nos permite admirar desde ya, la hermosa fachada del templo de San Francisco Javier; a la hora acordada, una guía nos da la bienvenida para dar inicio a la visita al museo.

La construcción de lo que se conoció como el Colegio de San Francisco Javier inició en 1580 bajo la administración de los jesuitas, formaban parte del conjunto, además del colegio, la iglesia de San Francisco Javier y la iglesia de San Pedro Apóstol; además de ser seminario, el Colegio fue también escuela de lenguas indígenas para facilitar la labor de evangelización a los jesuitas y escuela para niños indígenas. En 1767, los jesuitas fueron expulsados y sus bienes poseídos por la corona española, por lo que el colegio permaneció abandonado durante 8 años y posteriormente entregado al clero secular, en 1859 debido a las Leyes de Reforma, formó parte del estado, aunque la iglesia siguió funcionando como tal. Transcurriendo el tiempo, en algún momento se pensó que el colegio pudiera funcionar como cárcel, pero no se llevó a cabo.
Tuvimos oportunidad de ver y pasear por los patios que nos invitan a la meditación, tal como lo hicieran hace siglos los novicios que aquí estudiaron, asimismo admiramos la capilla del colegio hermosamente elaborada en estilo barroco clásico, atrayendo nuestra atención un precioso retablo hecho en madera de cedro blanco cubierto de hoja de oro de 23.5 kilates; pinturas de los santos Ignacio de Loyola, Francisco Javier, Luis Gonzaga y Estanislao Kotska, servían de ejemplo a novicios y sacerdotes para recordarles que estaban llamados a la santidad; la bóveda está decorada en el mismo estilo barroco y la abundancia de colores da mayor realce al color dorado que se encuentra en muros y columnas.

La época colonial de México encuentra en este museo una colección muy completa, hallándose en él obras de Cristóbal de Villalpando, Martín de Vos, Miguel Cabrera, Juan Correa, entre otros, sus obras están casi en su totalidad dedicadas al arte sacro; también cuenta con objetos religiosos como casullas, capas pluviales, etc., así como no religiosos, como lo son objetos de uso en la vida cotidiana, tales como ollas, cazuelas, piezas de cerámica de Talavera, mesas, sillas. No escapan a nuestra atención, la biblioteca con más de 4,000 volúmenes, el refectorio, la cocina, el frigorífico y la cava, así como una exposición de bellos cuadros de monjas coronadas, lo mismo que los hermosos jardines que se encuentran en la parte trasera del edificio.

Posteriormente, acudimos a la Iglesia de San Francisco Javier, construida en forma de cruz latina, maravilloso ejemplo del barroco churrigueresco; sus retablos magníficamente realizados, atendiendo hasta el mínimo detalle; la prodigalidad en las formas como son uvas, granadas, conchas, hojas de helechos y demás, nos hablan de un deseo de evangelización exaltando la grandeza de Dios e invitando a la veneración a la Virgen María. Pinturas y esculturas se conjugan de tal forma que no puede evitarse proferir exclamaciones de admiración ante tanta belleza.
En la iglesia se encuentra la capilla de Loreto, que es réplica exacta de las dimensiones de lo que fue la casa de la Virgen María, misma que, de acuerdo a la tradición, fue transportada por los ángeles desde Nazaret hasta Loreto, Italia; nada más entrar a la capilla, se siente el ambiente de devoción, ya que también se tendrá acceso a la alcoba de la Virgen, donde se llevó a cabo La Anunciación y, por último, visitamos la capilla de la Reliquia de San José. No dejamos de asombrarnos ante la belleza de la capilla cuyo pequeño retablo tiene esculturas de santos jesuitas y pinturas relacionadas al milagro de Loreto; también admiramos la alcoba, que con su forma octagonal, nos recuerda que esta figura se relaciona con la perfección, una rica decoración en los muros así como el Espíritu Santo en forma de paloma que se encuentra en el punto más alto de la bóveda, complementa la profusión de colores que aquí encontramos.

Con un paseo por los jardines de este hermoso recinto, dimos por terminada la visita al museo, no sin antes recordar que se llama del Virreinato por albergar no sólo objetos de esa época, que pertenecían al colegio y a la iglesia de San Francisco Javier, sino también porque resguarda historia del México Virreinal en forma de arquitectura, pintura, escultura, cerámica y platería.
Colaboración: Mari Carmen Benítez Rincón. Ministerio de Comunicación.

2 Comments

  • Pati Garcia Hidalgo
    Posted 4 marzo, 2020 at 9:38 am

    También quiero reiterar la excelente organización y trabajo del ministerio de cultura, felicidades!!!

  • Pati Garcia Hidalgo
    Posted 4 marzo, 2020 at 9:37 am

    Excelente paseo que además de cultivarnos nos permite convivir y socializar entre nosotros para ser mejores cristianos

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