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Santa Mónica visita Puebla

Se dice que no hay fecha que no se cumpla ni plazo que no se venza, y así en días pasados, un grupo de 42 personas, coordinado por el ministerio de cultura, hizo la tan esperada visita a la hermosa ciudad de Puebla de Zaragoza, que es el nombre con que se le conoce actualmente y anteriormente como Puebla de los Ángeles.

Mientras el autobús hacía su recorrido, la carretera nos regalaba hermosos paisajes, los cuales fueron eclipsados por la belleza del volcán Popocatépetl, rodeado de nieve y coronado por una blanca fumarola, todo esto enmarcado en un cielo azul cobalto, que sólo se ve en sitios alejados a las ciudades.

Acompañados por esta incomparable visión, llegamos a Huejotzingo, donde visitamos el Ex Convento de San Miguel Huejotzingo, denominado Museo de la Evangelización, que perteneció a la orden franciscana; dentro del convento apreciamos varios aspectos importantes del lugar como son las capillas pozas, lugar donde se evangelizaba a los indígenas, paseamos por el corredor del convento y disfrutamos la vista de diferentes frescos. El estilo arquitectónico es colonial plateresco y es uno de los primeros conventos franciscanos en este continente. Este sitio fue elegido porque estratégicamente convenía al plan de evangelización de la Nueva España, junto con la Ciudad de México, Texcoco y Tlaxcala.

 

Al finalizar esta visita, nos dirigimos a Santa María Tonanzintla, ejemplo exquisito del barroco mexicano cuya construcción comenzó en el S. XVI y terminó en el S. XIX; en el S. XVII comenzó el decorado que tanto admira el turismo nacional y extranjero: la profusión de colores, los ángeles con rasgos indígenas, algunos con vestimenta que recuerda a los caballeros águila, o bien con penachos de plumas, o con bandas con flores, logran un sensacional sincretismo de lo prehispánico con la religión católica, efecto obtenido gracias a la labor y sensibilidad  de los artesanos nativos.

Exclamaciones de admiración se dejan escuchar cuando el visitante entra al templo, al ver el brillo del dorado que se observa en los pilares, las columnas, los arcos, la cúpula que muestra ya sea un cielo indígena o bien un cielo cristiano, los ángeles, conjugado todo ello con la gama multicolor del lugar, en una fiesta de belleza, para alabar a Nuestra Señora de la Asunción, a quien está dedicado el templo.

Más tarde, fuimos a la Biblioteca Palafoxiana, magnífico recinto que alberga más de 41,000 libros y 9 incunables (libros impresos antes del año 1500) y tiene el orgullo de ser la primera biblioteca pública de América; inició operaciones en 1646 en el mismo edificio que hasta el día de hoy ocupa, gracias al donativo de 5,000 volúmenes que hiciera el obispo de Puebla Juan de Palafox y Mendoza, los que constituían su biblioteca personal. La biblioteca era de corte seminarista, por lo que, no sólo había libros de religión, sino de todo tipo de publicaciones a fin de que los seminaristas contaran con los elementos para la defensa de la fe católica.

Admiramos el espléndido trabajo de los estantes realizados en madera de ayacahuite y coloyote, que, según nos explicaron, absorben la humedad y por eso los libros se encuentran perfectamente conservados. La arquitectura del lugar se ha conservado en su forma original, gracias al mantenimiento que se le ha dado. La Biblioteca Palafoxiana es considerada Monumento Histórico de México y forma parte del Registro de Memoria del Mundo de la UNESCO.

Posteriormente fuimos a la Catedral de Puebla, que es de estilo barroco herreriano y es Patrimonio de la Humanidad. Consta de tres entradas que son la del Evangelio, la del Perdón (que es abierta en el jubileo o en ocasiones especiales) y la de la Epístola; por dentro, el visitante encuentra una iglesia que es como un museo, ya que engloba joyas de la arquitectura, escultura, pintura; organizada en forma de cruz griega, se compone de la nave principal, la del crucero, dos procesionales y dos para las capillas. Artistas como Manuel Tolsá, Baltasar de Echave y Luis Berrueco, Cristóbal de Villalpando que pintó la cúpula, Pedro Muñoz que hizo la sillería del coro, entre otros, son los que dieron realce a este lugar.

Llama nuestra atención el Altar de los Reyes cuya belleza no puede pasar inadvertida; se llama así porque en los nichos laterales hay imágenes de reyes y reinas que fueron canonizados.

A la mañana siguiente fuimos a la iglesia de Santo Domingo de Guzmán donde se encuentra la Capilla del Rosario, considerada uno de los máximos ejemplos del barroco mexicano; dentro de la Capilla, nuestros ojos no se cansaban de admirar la iluminación que nos regalan los destellos que proporciona el dorado (hoja de oro de 21 quilates, de acuerdo al guía) que se encuentra en todos los muros, su construcción inició en 1640 y terminó en 1690, cuenta con obras realizadas en ónix y azulejos, la decoración se hizo en estuco que se trabajó de acuerdo a la imaginación de los indígenas, lo cual da a este recinto ese toque tan especial que lo hace diferente al barroco del resto del mundo, posteriormente se cubre de hoja de oro, logrando así un acabado que no tiene igual.

Puebla no sólo contiene historia virreinal, sino que también da fe de la Revolución Mexicana; prácticamente, aquí fue donde inició, ya que el movimiento fue descubierto con días de antelación y el 18 de noviembre de 1910, la casa de los hermanos Serdán fue testigo de la gesta heroica de una familia de valientes que se levantó contra la última re-elección del entonces presidente Porfirio Díaz. Vimos los hoyos en los muros provocados por las balas de los soldados, observamos el lugar en el cual se escondió Aquiles Serdán, para evitar que el movimiento de insurrección en el estado de Puebla, muriera con él; pocas horas después lo encontraron y fue asesinado; no obstante, el levantamiento continuó su marcha; de los tres hermanos Serdán sólo Carmen sobrevivió a ese aciago día; los restos de Máximo, Aquiles y Carmen se encuentran en urnas de plata en la que fuera su casa, como digno reconocimiento a su valentía y a la lucha por sus ideales.

También visitamos la Casa de Alfeñique, llamada así por el decorado exterior que semeja al dulce español muy conocido en el México colonial. La casa fue construida en el S. XVII, su arquitectura es barroca, tiene detalles con mezcla árabe y churrigueresca y una herrería espectacular; la casa muestra el estilo de vida de la gente de la alta sociedad de la época.

Por último, visitamos el Museo Amparo, que es una institución privada fundada por Manuel Espinoza Yglesias, aquí visitamos la Colección Virreinal y S. XIX, no sin antes apreciar cuadros de Diego Rivera; encontramos diversos objetos tallados en madera, así como joyas de arte sacro. El museo cuenta además con una importante colección de arte prehispánico, así como de arte del S. XX.

Con esto, dimos por finalizada una visita que acrecentó en muchos el conocimiento de nuestra religión católica y nos hizo profundizar en la tarea evangelizadora que se ha llevado a cabo en México desde hace más de 500 años; ahora, nos toca actuar en consecuencia.

Colaboración: Mari Carmen Benítez R. Ministerio de Comunicación

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