El retiro es un encuentro íntimo con Dios, es reconocerle como nuestro creador y nuestro Padre amoroso, entender de una vez por todas que su amor es inmenso y que nos ama tal y como somos; es reavivar la fe en Él y tener la confianza en su misericordia infinita, pedir perdón, sabiendo que nos perdonará.
Hasta aquí, todo va muy bien: ya descubrimos el amor del Padre o lo hemos redescubierto y estamos en paz con Él, pero hay que trabajar en desterrar el pecado de nuestra vida, tenemos tarea por hacer, demostrar con nuestros actos que Dios vive en nosotros.
Más no con lo anterior se logra un cambio, hay que reavivar la fe en que Dios está ahí, en este mundo en el que nos desenvolvemos, lograr un crecimiento espiritual, demostrar con nuestras acciones que nuestra fe no se queda en palabras, conocer a Cristo por medio del evangelio, imitar a Cristo y eso se alcanza poniendo en práctica sus enseñanzas.
Seamos creyentes de tiempo completo fue algo que se nos comentó, reconciliémonos con Dios y con Jesús, demos el paso decisivo y volvamos a nuestra inocencia espiritual; seamos agentes de cambio, mostrando al mundo que la dignidad del ser humano cristiano tiene mucho que ofrecer a todos nuestros hermanos.
Los asistentes quedamos impresionados por estas exposiciones y nuestros corazones preparados para recibir una liturgia de perdón, en la cual, en presencia de nuestro Señor, gracias al Santísimo Sacramento, hicimos las paces con Dios, con nosotros mismos, con los ausentes, con aquellos con los que, de una u otra manera, teníamos asuntos pendientes; con la boca y con el corazón pedimos al Señor su perdón, prometiéndole alejarnos de todo lo que se interponga entre Él y nosotros.
Esta promesa se traduce en consagrar nuestro ser a Jesús, en hacerle el centro de nuestra vida, en demostrar que le amamos sobre todas las cosas y que a través suyo amaremos a los demás; debemos estar conscientes de que somos sumamente bendecidos ya que entregamos fragilidad y miseria y recibimos a Dios mismo, que nos ofrece la vida eterna!
¡En el colmo de la bondad, Dios promete enviar al Espíritu Santo! En el antiguo testamento el Espíritu Santo tocaba a los judíos, pero, a partir de Pentecostés, no sólo nos toca, sino que además está y vive con nosotros. El Espíritu Santo es el amor de Dios con Jesucristo y nos movemos en el reino de Dios gracias al Espíritu Santo, por ello, debemos pedir perdón a través del Espíritu Santo, sabiendo que, todas nuestras experiencias de vida son oportunidades para demostrarle nuestro amor.
El punto culminante del retiro es la imposición de manos en la que, con el Santísimo Sacramento como testigo, Fr. Francisco Javier y el grupo de intercesión oran con cada uno de los que acudieron a esta renovación, proporcionando la sanación del alma, liberando del antiguo yo y bautizando en el Espíritu Santo al nuevo yo.
Para celebrar el evento, todo el grupo acudimos al Santo Sacrificio, presidido por el rector, al término del mismo, la letra y acordes de la canción Alma misionera, nos indican que ha terminado el Retiro de Reiniciación Cristiana y que inicia una nueva cosecha de almas deseosas de llevar a la práctica su labor como apóstoles y misioneros.
¡Regálate la oportunidad de asistir al siguiente Retiro de Reiniciación, di sí al Señor Dios que te está llamando para que logres un cambio en tu vida interior y en la de los que te rodean!
Colaboración: Mari Carmen Benítez R. Ministerio de Comunicación