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Despedida a Fray Bernardo Cerda Sáiz

Despedida a Fray Bernardo

 Hace muchos años, un cantante y compositor (cantautor como hoy lo llaman), Alberto Cortez, escribió un poema  que convirtió en un éxito musical: “Cuando un amigo se va”.

Hoy por la tarde, nuestro amigo, nuestro guía espiritual, nuestro rector Fray Bernardo Cerda Sáiz, OAR, emprenderá vuelo para dirigirse con la mirada puesta en el horizonte de su nuevo reto y la frente en alto y el pecho henchido por la conciencia de la meta cumplida en Santa Mónica, meta que, gracias a la iluminación del Espíritu de sabiduría, pudo realizar en tan solo tres años.

A él le podemos aplicar con emoción y gratitud tales versos que dicen: “cuando un amigo se va, queda un espacio vacío, . . . queda un tizón encendido . . .” Esto es lo que logró Fray Bernardo.

Supo con gran sabiduría encender el tizón del amor entre los que éramos feligresía y ahora somos comunidad.

Él, nuestro amigo, supo inflamarnos del amor a María Santísima. Hoy, en su última alocución, como todos los días que predicaba, terminó haciendo referencia a la Madre de Dios vivo, a ella le encomendó, como lo hizo siempre: poder transmitir palabras de aliento y entendimiento de la doctrina de nuestro Salvador.

En la fotografía que hemos elegido para este mensaje de despedida, está nuestro Fraile rodeado de sus realidades, esas que le dan sentido a su vida, a su “fiat”, cuando Jesús le dijo “Ven y Sígueme”. 

Está el ara del altar, Nuestra Señora de la Consolación, el ambón con los Libros Sagrados, la feligresía atenta a sus explicaciones, todo ello siendo presidido por el Crucificado. Esa es su vida, por ella vive desde su ordenación.

Sí Fray Bernardo, dejaste un tizón encendido en nuestros corazones que, como dice Cortez en su poema “. . . no se puede apagar ni con las aguas de un río. . .”. Pero tú nos enseñaste que ese tizón es el hambre de saber, de ser y de entregarse trascendentemente al llamado de Dios en nuestra alma, para hacer y realizar lo que Él sabe que podemos, con Su ayuda llevar a cabo, formar parte de la Iglesia viva de Santa Mónica.

Para ello necesitaremos de las aguas del río de Su Palabra, que no apagarán el rescoldo, ni saciarán nuestra sed, sino que la acrecentarán como ocurre con el tizón que al influjo del viento genera nuevamente llama.

Gracias Fray Bernardo, que Dios Nuestro Señor te acompañe por los caminos que el voto de la santa obediencia dicte. Que la Virgen Santísima te cubra con su manto protector y que el Espíritu Santo te ilumine en todo momento, para que continúes siendo faro de luz, de esa luz que el mundo de hoy tanto necesita. Para que encarnes y prediques con fervor lo contenido en ese maravilloso libro: La Ciudad de Dios, obra excelsa de San Agustín, tu padre en la fe.

Nos despedimos diciéndote solo hasta pronto y rogando tu bendición.

Responsable: Jorge Moreno Noriega

2 de julio de 2018

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