Año con año, nuestra comunidad se reúne con una gran alegría para festejar la tradicional posada de nuestro templo de Santa Mónica, evento que une nuestros corazones y que también nos sirve para prepararnos espiritualmente para recibir la Navidad. Sin temor a equivocarnos, aseveramos que este año, el evento estuvo lleno de momentos especiales que fortalecieron nuestro espíritu de unión y de fe.
Todo dio comienzo dentro del templo, en donde fray Manuel Abecia M. compartió con nosotros un mensaje de esperanza, resaltando la importancia del nacimiento de Jesús, nuestro Salvador; aquí, el grupo de niños del catecismo participó en el rosario viviente, lo cual promueve el rezo del Santo Rosario en familia; posteriormente, en procesión por el templo, las familias cantaron la letanía lauretana misma que marca el final del rezo; a continuación, el grupo se dividió en dos: el grupo que pediría posada estaría fuera del templo y el que la daría, estaría dentro del templo.
Al grupo que se encontraba fuera del templo, se le repartió velitas, mismas que fueron encendidas y los miembros de aquél, comenzaron a entonar la melodía para pedir posada y el grupo que se encontraba dentro, respondía, todo lo cual nos recuerda el peregrinaje de José y María, evocando así cuán importantes son la caridad y la solidaridad, valores que caracterizan esta época.
No podían faltar las tradicionales piñatas de 7 picos, las que nos recuerdan que al golpearlas, estamos atacando a los 7 pecados capitales, y al romperlas, destruimos las tentaciones mundanas, por medio de nuestra fe; los pequeños, “armados” de un palo, rompieron las piñatas acompañados de los cantos y risas de sus padres y feligreses en general.
Mientras esto sucedía, algunos otros iban a los puestos con venta de antojitos, para comprar tamales, el acostumbrado ponche navideño, esquites, pastes (empanadas), chocolate, churros y demás, otros se tomaron fotografías en una escenografía navideña. La música ambiental que se proporcionó puso el toque animado a una convivencia amigable entre la feligresía.
Otro sello distintivo de nuestra posada es la puesta en escena de una pastorela y este año no podía ser la excepción. En el salón San Agustín, con la actuación de los niños del catecismo, los padres de ellos y hasta de una abuela, tuvimos la oportunidad de disfrutar la obra denominada “El ciego de Belén” escrita por fray Enrique Eguiarte, fraile agustino recoleto; como en todas las pastorelas, ésta también narra las vicisitudes de los pastores para llegar a ver al Niño Jesús, la diferencia es que no hubo un diablo que estuviera maquinando las dificultades o sembrando la discordia entre los pastores para impedirles llegar a Belén, en este caso, las debilidades humanas fueron los impedimentos, sin embargo, la esperanza, la fe y la caridad hicieron acto de presencia, se impusieron a los obstáculos y finalmente los pastores pudieron llegar al pesebre y adoraron al Niño Dios.
Fue una noche exitosa en ambiente, alegría, solidaridad, hermandad, que dejó un grato sabor de boca en toda la concurrencia y eso es el fin principal de nuestra posada; este año, el producto de la venta íntegra será destinado a apoyar las obras de impermeabilización del templo. ¡A ti, que nos acompañaste, gracias por tu apoyo y a ti, que no pudiste hacerlo, esperamos recibirte en la próxima!
Colaboración: Mari Carmen Benítez Rincón. Ministerio de Comunicación.