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SAN AGUSTÍN DOCTOR DE LA IGLESIA

Con una solemne misa, el 28 de agosto celebramos la fiesta de San Agustín Obispo de Hipona, misma que fue presidida por nuestro rector, fray Melchor Benito Benito, concelebrada con fray Wilfrido Yépez López y fray Manuel Abecia Marquínez.

Miembros de la Fraternidad Seglar Agustino Recoleta se encargaron de organizar la actividad litúrgica de ese día, fray Manuel leyó La Palabra y fray Melchor nos dirigió una sentida homilía en la cual recalcó facetas de San Agustín, desconocidas para algunos.

La vida de San Agustín refleja un camino de búsqueda, crisis y conversión, acompañado de la oración constante de su madre Santa Mónica; él nació en Tagaste (Argelia) en el año 354 y murió el 28 de agosto de 430.

Agustín nunca dejó de valorar el uso de la razón. La lectura de autores filosóficos, en especial de los neoplatónicos, le abrió los ojos a la idea de que la verdad podía estar más allá de lo sensible. Poco a poco comprendió que la fe y la razón no son enemigas, sino dos caminos que pueden complementarse. Para él, creer no significaba renunciar a pensar, sino dar un paso más allá: “creo para entender, y entiendo para creer mejor”.

Santa Mónica jamás dejó de orar por su hijo ni de sostenerlo con paciencia y cariño. El encuentro de Agustín con San Ambrosio en Milán marcó un momento clave: la sabiduría y profundidad del obispo le revelaron la belleza de la fe cristiana. Finalmente, en el año 387, tras una intensa lucha interior narrada en sus Confesiones, Agustín recibió el bautismo en la Vigilia Pascual junto con su hijo Adeodato, cumpliéndose así el anhelo de su madre, quien poco después falleció en Ostia.

Después de su conversión, regreso a África y ahí fundó una pequeña comunidad de monjes dedicada a la oración y al estudio. Fue ordenado sacerdote en el año 391 y cuatro años más tarde, fue consagrado Obispo de Hipona, ejerciendo un ministerio incansable:

Defendió la fe católica contra herejías como el pelagianismo y el mismo maniqueísmo que había dejado atrás.

Escribió muchas obras, abarcando campos como la teología, la filosofía, la ética, la pedagogía, la política; como  ejemplos de sus  obras monumentales tenemos:  Confesiones, donde narra su experiencia interior; La Ciudad de Dios, reflexión sobre la historia y el destino humano;  De Trinitate, sobre el misterio de Dios.

Fundó comunidades y promovió una vida cristiana en la que la caridad y la verdad fueran inseparables.

San Agustín murió en el año 430, mientras Hipona era sitiada por los vándalos. Hasta el final, permaneció fiel a la oración y a su servicio pastoral. Su pensamiento marcó profundamente la teología cristiana, mostrando que la razón iluminada por la fe conduce al encuentro con la Verdad que es Dios.

Al finalizar la misa, se invitó a los asistentes a acompañarnos a un pequeño brindis para felicitarnos por esta fiesta de San Agustín, mismo que fue organizado por la FSAR (Fraternidad Seglar Agustino Recoleta).

Nos comentaron que antaño (y hablamos de hace más de 8 años) había este tipo de reunión anualmente, también organizada por la FSAR, lo cual ha sido retomado este año.

El salón San Agustín recibió a una centena de personas deseosas de convivir en comunidad, intercambiar opiniones y enterarse un poco más acerca de la actividades que lleva a cabo la FSAR.

   

Entre la concurrencia estuvieron los frailes de la comunidad agustino recoleta, es decir: fray Melchor Benito, fray Ricardo Jarauta, fray Manolo Abecia y fray Wilfrido Yépez, a quienes la gente saludó y departió con ellos, felicitándoles por el Santo que dio origen a la orden religiosa de la cual son parte integrante.

La velada se desarrolló en un ambiente de concordia y tranquilidad, en el cual hubo bienvenidas, reencuentros, reconocimientos,  aceptación; poco a poco la gente se fue despidiendo, después de una feliz experiencia de acercamiento a nuestro padre,  San Agustín.

Colaboración: Mari Carmen Benítez Rincón. Ministerio de Comunicación.

 

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