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UN NOVEDOSO RETIRO

El viernes 19 de abril dio comienzo el Retiro de Encuentro con Jesús, el cual, para muchos, fue un acontecimiento vivido por primera vez y marcó el inicio de su historia de encuentro personal con Nuestro Señor Jesucristo.

Para los que hemos tenido la fortuna, la bendición (o simplemente hemos respondido al llamado) de asistir a varios de los Retiros organizados por nuestra Comunidad de Santa Mónica, éste fue muy diferente a los demás, comenzando por la ambientación que los miembros del Ministerio de Proclamación dieron al Salón San Agustín: la Cruz de San Damián en la cual aparece Nuestro Señor Jesucristo ya liberado de los clavos, triunfante, puesto que ha resucitado; por otra parte, la decoración con las lengüetas de fuego, simulando aquellas descritas en la Sagrada Escritura, cuando los apóstoles recibieron la efusión del Espíritu Santo, los bancos o sillas tipo nórdico, que facilitan la postura para la meditación, emulando la manera en que se hacen los Talleres de Oración Agustiniana, la música de oración Taizé, todo ello invitaba al recogimiento, a la meditación, a la paz, a la unidad con el resto del grupo.

 

Después de haber saboreado la delicia que proporciona la meditación, fray Melchor dio formalmente comienzo al Retiro y nos recordó que el sentido de éste, es vivir la sinodalidad, poniendo en práctica los cinco verbos de los que se habló durante el correspondiente Taller que son: escuchar, dialogar, discernir, compartir, caminar. Asimismo nos dijo con vehemencia, que esperaba nos sintiéramos llamados a caminar juntos, tal como lo pide el Papa Francisco.
En este retiro Jesús nos dice: encuéntrame porque yo ya te encontré y ¿Cuándo es el momento adecuado para hacerlo? La contestación, nos dicen los expositores, es cualquier hora, sin importar dónde nos encontremos. ¿Qué queremos encontrar con Jesús, en Jesús? ¿La felicidad? ¿Estamos conscientes de que Jesús nos está esperando? ¿Qué belleza estamos buscando? La belleza del propio Jesús , es la respuesta.

 

Hoy vivimos un encuentro nuevo con Jesús, que toca el fondo de nuestro corazón y nos llama por nuestro nombre; Él nos invita a ser humildes de presencia y perseverantes en la acción; esto va en íntima relación con la petición del Papa quien nos invita a recrear las comunidades antiguas y trabajar en la Iglesia del SXXI.
En este retiro hicimos ejercicios de interioridad, pero antes de dedicarnos a ello, pedimos a Nuestra Madre María, a su esposo San José, a Dios Trino su intercesión por nosotros, a fin de que nos enviara a su Santo Espíritu. Otra de las preguntas que nos hicieron fue la siguiente: ¿Buscas a Jesús como un enamorado busca a su ser amado?
Después del ejercicio de interioridad y con el alma henchida de gozo, nos despedimos con el ánimo de vernos al día siguiente, en la segunda jornada de lo que esperábamos, sería un fructífero retiro.

 

En la segunda sesión, nos fueron compartidas frases como: El que no sabe dónde va, termina donde no quiere; Dios es amor y donde está el amor, no hay temor; Cristo murió por mí, muriendo por mí, resucitando por mí, me hace ver que el amor vence a la muerte; vivir en vida, recordar que el sufrimiento sin amor es infértil; Jesús nos liberó del sufrimiento, nos hizo libres; por el temor que le tiene el hombre a la muerte, está sometido a la esclavitud del demonio durante toda su vida. Frases que dejaron honda huella en todos los presentes.
Recordemos que somos mente, cuerpo y espíritu y, que es bueno hacer introspección para entender la humanidad de Jesús, quien está VIVO; Cristo está vivo y por eso debemos ser y estar felices, sin embargo, no todo es felicidad en la vida, ya que todos experimentamos momentos difíciles y aun en esos momentos, es bueno hacer introspección, recordar que el Señor resucitó y nos liberó y podemos seguir experimentando la alegría de la Buena Nueva.

 

Posteriormente hicimos la dinámica de oración en el Espíritu. Al hacer este ejercicio entramos de lleno en el ambiente de la sinodalidad, ya que estamos escuchando, dialogando, discerniendo. Se nos hacen preguntas que nos animan a la reflexión para que dejemos atrás al hombre viejo y permitamos nacer al hombre nuevo ¿Qué debo hacer para crecer en el amor que le doy y demuestro a Dios? ¿Cómo voy a responder al Espíritu Santo?
Se nos recuerdan las 4 P utilizadas en el cristianismo que son poder, poseer, placer, parecer, las cuatro conforman al hombre viejo y nos llevan al conformismo, por lo que hay que “desaprenderlas”, luchando contra ese espíritu de conformidad que se adapta a cualquier ambiente sin problema alguno. En nuestro interior habitan el hombre viejo y el hombre nuevo. “…mientras el hombre interior se renueva de día en día (2 Cor 4,16; cfr. 5,17, donde se contraponen lo «viejo» y lo «nuevo» afirmando que el que está en Cristo es una nueva criatura).” 1

 

Que funcionemos en la sociedad, nos dicen los conferencistas, pero con la luz del Espíritu Santo, no podemos llegar a la perfección, eso no, pero sí podemos vencer nuestras debilidades y lograr atraer las miradas de terceros, convertirnos en polos de atracción para que, al modo de los primeros cristianos, atraigamos a otros al ver como nos amamos. ¿Estás dispuestos a desechar al hombre viejo?
Posteriormente, participamos en la liturgia penitencial, renovando nuestras promesas del bautismo; la lectura de la parábola del hijo pródigo, como cada vez que se lee, nos trajo algo nuevo, algo que atrae nuestra atención a lo que es el Amor del Padre; pedimos perdón a Dios por todas nuestras fallas y pecados, lo cual hizo las veces de terapia de sanación de resentimientos y rencores, misma que redundará en vivir una vida plena y feliz, al despojarnos de lo que nos impide vivir en sintonía con Jesús y permitirle realice su obra en nosotros y que evoquemos aquello de que: perdonar es recordar sin sentir dolor.

 

El tercer y último día fue una experiencia inolvidable: recibimos la efusión del Espíritu Santo, renovamos las promesas de nuestro bautismo, se nos hizo comprender que nada ni nadie puede llenarnos más que Dios; Dios, que se encuentra en todo lugar es el único que puede llenar nuestro vacío. Pedimos a Dios nos ayude a vaciarnos de nosotros, para llenarnos de Él; somos libres para tomar nuestras decisiones y debemos hacernos responsables de ellas. Es momento de salir de uno mismo al encuentro del otro.

 

A lo largo de estos tres días hemos tenido diferentes conocimientos y experiencias de Dios; la religión nos indica cómo llegar a nuestra meta que es el cielo y el conocimiento de Dios nos llega a través del Espíritu Santo, seamos agradecidos y abiertos a su amor.
También hicimos el reconocimiento al Señorío de Jesús, gracias al Espíritu Santo identificamos a Jesús como nuestro Señor, le proclamamos como Señor del Universo que es, le entregamos las llaves de nuestra vida, pedimos a Dios nos infunda su Espíritu Santo, necesitamos de su Espíritu Santo.

 

Los sentimientos, sensaciones, experiencia de Dios, con el Santísimo Sacramento ahí presente, llegan a la cúspide cuando las damas del Ministerio de Intercesión nos imponen las manos y unido todo el grupo en oración junto con fray Melchor, nuestro rector, invocamos al Espíritu Santo, acompañados por los dulces cánticos que se escuchan durante la ceremonia, por parte del coro.

 

Definitivamente, descubrimos una nueva dimensión de introspección y renovación en este innovador retiro de sinodalidad, que nos permitió sumergirnos en un espacio de profunda reflexión y conexión espiritual.
¡Únete a nosotros en el siguiente retiro, date esa oportunidad!

Colaboración: Mari Carmen Benítez Rincón. Ministerio de Comunicación.

https://www.mercaba.org/Rialp/H/hombre_viejo_hombre_nuevo.htm

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