Skip to content Skip to footer

SAN NICOLÁS DE TOLENTINO PATRONO DE NUESTRA PROVINCIA

SAN NICOLÁS DE TOLENTINO
SANTO PATRONO DE NUESTRA PROVINCIA
Como cada 10 de septiembre los católicos y los frailes agustinos con mayor énfasis, celebramos la festividad de San Nicolás de Tolentino; los agustinos recoletos, han hecho de este santo su intercesor ante Dios nuestro Señor, para llevar a cabo las tareas de evangelización desde el Siglo XVII. San Nicolás, fiel al carisma agustiniano, fue y sigue siendo ejemplo vivo de lo que es cumplir con la misión evangelizadora y cuidado del pueblo del Señor.
Nació en 1245 y murió el 10 de septiembre de 1305. Es el primer santo de los agustinos ya que 1256 fue el año en que se constituyó la orden de los agustinos, al unirse diversos grupos agustinianos
Fue un excelente predicador y como confesor, su rasgo característico fue el valorar a la persona y ver el sacramento de la confesión como un encuentro entre Dios y el pecador que se acoge a la infinita misericordia divina. Citando a Panedas: “Como sacerdote que es, toma sobre sí la vida de los demás y, en Cristo, la presenta al Padre. Es una solidaridad refinada hasta el grado de la más alta caridad” (Panedas, 2005. p.153).
A San Nicolás se le conoce como el Santo de la estrella y en la iconografía se le representa con ella, así como con un plato con unas perdices y unos panes en la mano izquierda y un crucifijo en la mano derecha.


La estrella tuvo su origen en un sueño del Santo, en el que veía a la estrella salir de su pueblo natal Castel Sant´Angelo y continuaba su recorrido hasta llegar encima del altar del oratorio del convento de Tolentino, San Nicolás acudió a otro fraile para que le dijera a el significado de su sueño, éste le comentó que la estrella indicaba el lugar donde debería ser enterrado y que ahí se obrarían muchos milagros, e iría mucha gente de muchas partes en busca de salud.
La cruz es parte de la vida de todos los cristianos, pero en el caso de san Nicolás, él se siente en íntima relación con ella, tanto en oración como en la vida diaria, él se siente unido con Jesús, María, San Juan, María Magdalena, en el momento culminante de la pasión de Jesucristo, de tal manera que le hace un relicario a la Cruz.
San Nicolás llevaba una dieta muy frugal, sólo comía pan y verduras. Además, se flagelaba, lo cual era algo muy común en esa época: mortificaba el cuerpo y lo ofrecía por la expiación de los pecados del mundo. Una ocasión, amistades cercanas al santo, preocupadas por su estado de salud, misma que se había deteriorado considerablemente, consiguieron que el superior de la orden, expidiera una carta, indicando a Nicolás que debería hacer honor a su voto de obediencia y comer carne. El santo accedió a probar el ala de una perdiz, misma que estaba ya cocinada y de acuerdo a la tradición, él dijo que ya había obedecido y ordenó al ave dejar el lugar, por lo que la perdiz, vuelta a la vida, salió volando.
San Nicolás profesaba un tierno amor a la Virgen María; un día, estando San Nicolás postrado en cama, María se le apareció y le dijo que enviara a uno de los monjes por un poco de pan y agua y, que al recibirlos, mojara el pan en el agua y quedaría curado; el santo siguió las instrucciones de la Virgen, y al comer el pan mojado, en ese momento recobró la salud y se puso a trabajar. Hasta la fecha se sigue la piadosa costumbre de repartir pan bendito cada 10 de septiembre.
San Nicolás es el patrón de las ánimas del purgatorio, protector contra peligros y males. La devoción a San Nicolás de Tolentino en la Ciudad de México, de la cual es patrono, data del siglo XVII; fue el 26 de agosto de 1611 al ocurrir un terremoto, cuando se decide que debe tenerse un patrono que conozca los terremotos y echan a la suerte su nombre, junto con el de otros santos, siendo él el ganador; ese 10 de septiembre se declaró fiesta de guardar en todo el arzobispado (Panedas, 2005).
En el centro Histórico de la Ciudad de México, en lo que fuera el hospicio agustino recoleto de San Nicolás, en la esquina de las calles República de Guatemala y Academia, se aprecia una estatua del santo, como motivación para aquellos religiosos que estuvieron en nuestra ciudad, evangelizando, mientras recuperaban fuerzas para continuar su viaje a la misión que se les había encomendado: Filipinas.
Virtudes le sobraban a San Nicolás de Tolentino, es por ello tal vez, que los agustinos recoletos decidieron erigirlo como su intercesor, por el gran apostolado que desarrolló en su vida terrenal y por su alegría al compartir con los otros la esperanza en el perdón y en la misericordia de Dios, nuestro Señor.
Colaboración: Mari Carmen Benítez Rincón. Ministerio de Comunicación
Panedas, P. (2005). El Santo de la Estrella. San Nicolás de Tolentino. Madrid, España. Arte-Impress.

Leave a comment