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ACRECIENTA TU FE A TRAVES DEL ARTE

El sábado 22 de marzo, en el salón San Agustín, tuvimos el honor de recibir a la licenciada en literatura y ciencias del leguaje Estephanie González, quien invitada por el Ministerio de Cultura, ofreció una conferencia sobre la fe y el arte,  que más que ello, se convirtió en un pequeño taller de sensibilización sobre la Cuaresma.

             

Una vez que nos fue presentada, dándonos a conocer el vasto curriculum que le precede, la joven expositora recibió el micrófono y de inmediato se fusionó con el grupo de personas que acudió a esta conferencia/taller.

Con entusiasmo, nos comentó el orden en el que se desarrollaría el evento y, como sucede con la gente que tiene tablas en el manejo de grupos, nos pidió a todos participar en una dinámica que promovió la introspección así como el establecimiento de vínculos con la persona, que debido al ejercicio en sí, se convirtió en nuestra interlocutora. La pregunta a responder fue ¿De qué estoy agradecida/o?

Terminado el ejercicio, mismo que cumplió el objetivo de sensibilizarnos, hacernos más perceptivos a lo que ocurre alrededor nuestro, nos pusimos en la presencia del Señor, rezando la oración de San Pío de Pietrelcina, Quédate Señor conmigo.

Posteriormente, meditación guiada de por medio, con inspiraciones y expiraciones controladas, hicimos un examen de conciencia, para lo cual, la expositora nos presentó frases de San Pablo con respecto a examinarnos y del Papa Benedicto XVI, en cuanto a que la Cuaresma es un tiempo para revisar los caminos de la vida.

A continuación, la ponente nos mostró una pintura rusa, lo cual llama la atención, puesto que sale del marco al que nos tiene acostumbrados el arte sacro ortodoxo ya que la mayoría se representa en iconos; la pintura se denomina Cristo en el desierto de Ivan Kramskói (1837-1887), obra realizada en 1872,  misma que nos presenta  a un Jesús con las manos entrelazadas, sentado sobre una roca, en un paraje desértico, la cual fue observada con detenimiento por el grupo  mismo que, poco a poco fue haciendo una disección, si se nos permite el término, de ella.

Vimos a un hombre con la espalda encorvada, como si el peso de sus pensamientos fuera demasiado para su débil complexión,  su mirada triste y su rostro con arrugas prematuras para su edad, nos muestran una profunda preocupación; sus ojos miran fijamente el polvo del desierto, como esperando respuesta a alguna interrogante; sus pies lastimados, inflamados por largas caminatas, piden un descanso a gritos, sus manos entrelazadas nos dicen que se encuentra en tensión, sus dedos crispados intentan asirse a un soplo de esperanza; es un Jesús en toda su humanidad.

Ese Jesús murió por ti y por mí, por todos nosotros, esto nos lleva a la pregunta: ¿Qué hago yo para mitigar ese sufrimiento que como hombre padeció todo un Dios? Física, materialmente no es posible hacerlo, Él ya lo padeció, lo sufrió y vivió sus momentos de desamparo;  lo que sí nos es posible hacer, es inspirarnos en la forma en que Jesús afrontó sus momentos difíciles, de tentación, de soledad y pedirle su ayuda por medio de la oración, para seguir adelante.

Asimismo, realizamos una reflexión sobre la confesión y la reconciliación interior, preparando nuestro corazón a los tiempos que estamos viviendo en esta época cuaresmal, esto nos ayudará a cuestionarnos en dónde estamos y cómo estamos, recordemos que Dios no se cansa de perdonar y que su misericordia es infinita; elegimos un sacrificio, el cual debemos considerar no como renuncia a algo, sino más bien como una apertura hacia Dios, lo anterior sirvió para anotar en un papel lo que queremos entregar a Dios en esta Cuaresma, mismo que depositamos en una canasta y se colocará  a los pies de la Virgen de la Consolación, pidiendo su ayuda e intercesión ante Dios, para que llevemos a cabo esta entrega.

También efectuamos un ejercicio de introspección respondiendo a las preguntas ¿Cómo quiero amar más en esta Cuaresma? ¿Cómo puedo educar mi lengua y mis pensamientos? ¿Cómo haré tiempo para la oración y el silencio? Conocemos nuestras rutinas, así que hagamos un esfuerzo para tener ese momento de intimidad con Dios Nuestro Señor.

La dinámica continuó con una tarea: elaborar con un material maleable una figura que simbolizara lo que vivimos en esta conferencia/taller y posteriormente mostramos a los demás el objeto resultante, comentando el impacto que provocó en nosotros, descubriendo así la sensibilidad de cada uno de los asistentes.

El mensaje final que queremos dejarte  sobre esta inolvidable conferencia es: Jesús es el camino a seguir, seamos dóciles y dejemos que Él sea el guía de nuestro diario vivir. ¡Aprovechemos la oportunidad para que esta Cuaresma nos acerque más al Señor!

Colaboración: Mari Carmen Benítez Rincón. Ministerio de Comunicación.

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