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CONOCE A TUS FRAILES FRAY MELCHOR RECTOR DE SANTA MÓNICA

¿Te has preguntado cómo fue la infancia de alguno de los frailes de nuestro templo, o a qué edad supo que deseaba ser sacerdote, o cómo es su vida en comunidad? Para los que frecuentan al grupo de frailes de Santa Mónica, esas preguntas no son novedad, ni tampoco las respuestas, pero para ti, que eres un feligrés que desea conocerlos un poco más, solicitamos a fray Melchor nos diera la oportunidad de saber quién es él.

En Fray Melchor, cada domingo la gente ve a un hombre de aspecto amable, trato afable, quien en sus homilías invariablemente cita a algún autor famoso y nos invita a meditar la palabra del Señor; pero, nos gustaría conocer al ser humano detrás de la investidura sacerdotal y, con esa idea en mente, formulamos diferentes preguntas a las cuales respondió con sinceridad.

 

¿Cómo fue la niñez de fray Melchor?

“En los años 60 y 70 en España, las familias eran muy católicas y apegadas a las tradiciones, crecí rezando el rosario, yendo a misa y a las festividades del pueblo; tuve dos tíos abuelos sacerdotes, cada vez que ellos visitaban a la familia, dejaban marca en mi vida; asistí a una escuela rural y en aquellos años llegaban a visitar religiosos que hacían propaganda vocacional, nos hablaban acerca de los santos, de lo que era ser misionero, lo que era la vida en el seminario. Entre los 11 y 12 años ingresé al seminario, había una fuerte disciplina” – y ríe al recordar el dicho aquel de: la letra con sangre entra, lo que en la actualidad es impensable, sin embargo, así era la costumbre en aquella época – . “Me sentía ilusionado con la vida religiosa, pero eran difíciles las despedidas al terminar las vacaciones de verano o regresar al seminario después de las navidades”. En el seminario terminó la formación que había empezado durante los ocho años en su escuela rural de Fonpedreza, Valladolid, lugar donde nació un 6 de enero.

¿ A qué edad supo que quería ser sacerdote?

“Eso se fue dando poco a poco, con la marcha del tiempo va uno reflexionando, meditando; después de la preparatoria, que la cursé en la provincia de Guipúzcoa, vino el noviciado que lo hice en Monteagudo, Navarra y ese fue el paso más importante hasta entonces, en mi vida. A los dieciocho años tomé el hábito del noviciado” – y evoca con una sonrisa ese momento – “estudiamos la historia de la orden, temas más espirituales, había más disciplina, se va discerniendo, se conversa con los compañeros, se reconoce uno mismo, va uno creciendo; al terminar el noviciado hice los votos simples que es un compromiso por tres años; después de eso, fui a Marcilla, Navarra donde encontré un ambiente multicultural, había 80 seminaristas entre filipinos, mexicanos, venezolanos, un inglés. Ahí estudié 2 años de filosofía y 4 de teología, lo que suena a mucho, pero no es así y en cuanto al tamaño de la congregación, me daba cuenta de las virtudes que había ahí y eso me agradaba mucho. Tomé el examen para obtener el grado de bachiller por la Universidad de Navarra con la cual estábamos unidos. A los 23 años hice mi profesión solemne y como diácono pasé pocos meses, a los 24 años me ordenaron sacerdote” .

Nos ha comentado que al ser ordenado sacerdote lo enviaron a México al estado de Chihuahua ¿Cómo fue ese primer encuentro con un mundo tan diferente al que estaba acostumbrado?

“Llegué a La Junta, Chihuahua, donde encontré mucho trabajo por realizar con la gente, transmitir la importancia de los sacramentos, acompañarle en momentos buenos y malos, había mucho narcotraficante, mucho dolor y este proceso pastoral me ayudó mucho, pase 4 felices años e hice amistad con mucha gente; después me enviaron al seminario San Agustín que se encuentra en Calzada del Hueso, CDMX, estudié una licenciatura en teología moral en la Universidad Pontificia; después me enviaron al Divino Redentor en Querétaro, donde teníamos unas Pascuas Juveniles impresionantes, con más de 80 jóvenes, esto propiciaba que la juventud de la zona no se metiera en problemas, ya que el lugar de encuentro era la parroquia. Todo esto me ayudó a adquirir experiencia en el ámbito pastoral”, recuerda con agrado fray Melchor.

¿Y cómo es la vida en comunidad, compartir con ella el día a día?

“La comunidad es lo que te santifica y nos santifica a todos; ya lo decía Santa Teresa: si santo has de ser los de la casa te han de hacer; las diferencias se deben aceptar y uno debe adaptarse a la situación, todos somos diferentes y sabemos que estamos unidos como hermanos que somos”.

¿Si volviera a nacer, elegiría otra vez ser sacerdote?

“¡Claro! La vida te enseña mucho y habría cosas que aprovecharía más o las utilizaría mejor en el proceso de evangelización”.

¿En algún momento se ha arrepentido de su decisión?

“Digamos que hay momentos de crisis en la vida, pero de eso, a truncar una opción de vida, no.

Como todos nosotros, usted también experimenta momentos de soledad, ¿verdad? ¿Cómo hace frente a ellos?

“La soledad acompaña la vida de las personas, la vida te enseña que la soledad es buena cuando la eliges, pero es mala cuando la soportas, así que es cuestión de actitud, el aceptar esos momentos”.

¿Qué siente al momento de la consagración?

“¡Es un momento muy intenso, es un momento que te trasciende, estás haciendo algo que está muy por encima de ti, que tienes que vivirlo también con ese sentido de misterio, transmites algo que no te pertenece a ti, sino a Dios! ”.

Hemos advertido que al momento de elevar el cáliz, mira a todos los feligreses, ¿Hay alguna razón específica?

“El Papa Benedicto XVI reformó lo que antes se decía: tomen y beban esta es mi sangre que será derramada por todos y ahora se dice que será derramada por ustedes y por muchos, al momento de decir por ustedes, veo sus caras” – en este momento fray Melchor tiene en su rostro una expresión de profunda emoción y su voz también lo denota – “y en ellas veo historias de sufrimientos y alegrías y en ese cáliz Jesús nos dice que está ahí, diciéndonos que Él es nuestro consuelo y nuestra fuerza; Jesús está ahí, derramando su sangre por nosotros, el gesto más grande de amor”.

¿Algo que le desagrade de la humanidad?

“Los tiempos que estamos viviendo, que no aprendemos, hemos vivido caminos que crean más división, más violencia, más injusticia y al parecer no hemos querido entender”.

¿Algún comentario suyo, algo que desee agregar?

“Siempre tiene que estar uno agradecido a Dios, a la vida, a los frailes que nos precedieron en las parroquias a las cuales nos envían, tenemos una casa, una iglesia, gente que fue formada por ellos; el agradecimiento es fundamental y entender la gratuidad de Dios, nos ayuda a entender mejor nuestra religión”.

Fray Melchor también estuvo trabajando en Ciudad Guerrero, Ciudad Delicias y Ciudad Cuauhtémoc, todas ellas en Chihuahua, así como en la Parroquia de Chestojova en Tecamachalco, Estado de México.

Ahora ya tienes un panorama acerca de lo que ha sido la vida de nuestro rector Fray Melchor Benito Benito, a quien agradecemos profundamente nos haya concedido esta charla, para compartirla contigo.

Colaboración: Mari Carmen Benítez Rincón. Ministerio de Comunicación.

1 Comment

  • Laura Virginia Contreras
    Posted 28 febrero, 2023 at 10:22 am

    Me parecio excelente idea, un 10,esto acerca más a la comunidad, conocer más a nuestros frailes que han sido faro, luz y guía en mi vida bravo!!!!

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