Año con año, los mexicanos celebramos la fiesta del Día de Muertos. Algunos lo hacemos para celebrar la nueva vida que nuestros seres queridos han alcanzado por el hecho de trascender, otros porque es una costumbre en donde se conjugan lo pagano y lo religioso y otros más, sin saber bien a bien por qué razón, de todas formas, lo hacen.
Los vivos se reúnen en panteones para recordar al difunto, contar anécdotas, comer los platillos que le agradaban y beber lo que le gustaba. Por otra parte, en sus casas han levantado un colorido altar de muertos, muestra fehaciente del sincretismo de la religión católica y la cosmovisión prehispánica, donde artísticamente han dispuesto fotografías, objetos personales, veladoras, rosarios, papel picado, cempasúchil, flor de terciopelo o mano de león, incienso; algo que no puede faltar: pan de muerto y comida, así como los tradicionales dulces de camote morado, calabaza en tacha, calaveras de dulce y de amaranto.
Muchos museos se suman a la tradición de elaborar altares de muertos y en esta ocasión, el Ministerio de Cultura organizó una visita a tres de ellos en los cuales, además de poder admirar su arquitectura o bien la temática que alberga cada uno, pudimos apreciar los altares erigidos en honor de diferentes figuras de la vida nacional.
La primera visita fue a la Iglesia y Ex-convento de El Carmen en San Ángel. La iglesia fue construida en las primeras décadas del S.XVII, un hermoso interior de estilo barroco nos espera y nada más entrar, descubrimos un magnífico retablo en la nave mayor, mismo que está dedicado a Nuestra Señora del Carmen y a los costados las figuras de Santa Teresa de Ávila y San Juan de la Cruz, cofundadores de la Orden de los Carmelitas Descalzos. La profusión de colorido que brinda la talavera con que decoraron los muros, sirve de complemento a la talavera que tienen las tres cúpulas de la iglesia, orgullo de los habitantes de San Ángel.
El Ex-convento que es museo desde 1929, guarda una pinacoteca de la época novohispana, donde se pueden admirar obras de Cristóbal de Villalpando, Juan Becerra y Miguel Cabrera entre otros. Asimismo, encontramos esculturas, retablos, relicarios, todo con motivo religioso.
Aquí admiramos un altar de muertos dedicado a dos personajes: Alfonso Caso, quien fue el primer director del INAH (Instituto Nacional de Antropología e Historia) y Carmen Carrillo, administradora cultural y admiradora del pueblo de San Ángel.
A unos pasos de la Iglesia de El Carmen, se encuentra el Museo Casa del Risco, la cual fue donada por el político y diplomático Isidro Favela Alfaro al pueblo mexicano y fue declarada monumento histórico del S.XVIII, lo mismo que la fuente que se encuentra en el patio interior. Esta fuente es un magnífico ejemplo del denominado ultrabarroco mexicano, elaborada con pedazos de porcelana (riscos), conchas nácar, espejos, platones, tazas, platos, que la hacen única.
La casa fue donada con todos sus contenidos, es decir, hemeroteca, pinacoteca, fototeca, esculturas, archivo histórico y mobiliario. ¡Vaya donativo, no sólo de riqueza arquitectónica sino cultural también!
En este museo, con sumo interés, escuchamos la explicación de la Ofrenda Tradicional Mazahua a Isidro Fabela, la cual nos envuelve en la atmósfera prehispánica de los ritos funerarios de aquel entonces y precursores de las ofrendas de muertos; el Mictlán o lugar de los muertos estaba dividido en 9 regiones, donde el alma del difunto debía sortear dificultades para alcanzar cada nivel hasta llegar al final del trayecto, el cual se creía, duraba 4 años. La ofrenda Homenaje a María Félix nos dejó apreciar la belleza de una mujer cuya personalidad avasalló a varios hombres.
Por último, acudimos a la Casa Azul, es decir, al Museo Frida Kahlo. La gente hacía filas interminables para acceder al sitio, pero, como teníamos reservación, sólo esperamos la hora pactada y entramos a lo que fue el hogar de la afamada pintora.
La barda que rodea la casa no permite imaginar lo acogedor que resulta el patio de la misma. Construida a la usanza de principios del S.XX encontramos en su interior varios arriates, donde árboles frondosos parecen querer contarnos las confidencias de Frida, su dolor físico, herencia del accidente que sufrió durante su adolescencia, su dolor moral, al saberse víctima de las infidelidades de Diego, las veladas en compañía de intelectuales de su época…, sus amores con Nickolas Muray y León Trotsky.
Las obras de Frida que encontramos en su casa, nos permiten comprender en cierta medida su percepción de la vida, al llevar al lienzo sus sentimientos; tal vez su cuerpo era débil, mas no su espíritu, siendo Frida un ejemplo de fortaleza interior.
El decorado de la casa, el colorido, los juguetes, los exvotos, todo ello nos muestra a una mujer vibrante, apasionada, que no se conforma con lo que tiene, que quiere vivir, que tiene alas en su mente.
Como cada año, la ofrenda de muertos está dedicada a Frida y en esta ocasión hubo una dedicatoria especial a las mujeres víctimas de feminicidio. “Ni una más”, se leía en algunas banderolas que portaban los esqueletos que formaban parte de la ofrenda.
Así dimos por terminada otra jornada más en la que la cultura ha cumplido su misión: incrementar nuestro acervo cultural, acercándonos más a nuestra identidad nacional.
Colaboración: Mari Carmen Benítez Rincón. Ministerio de Comunicación
7 Comments
Mari Carmen Benítez
Gracias por tu atención, Tita! Eres muy amable!
Vicky Contrerad
Ma Carmen tu relato nos hace revivir nuevamente los maravillosos espacios que recorremos muchas gracias por tan excelente descripción y aportación
Martha Huerta (Tita)
Como siempre, maravillosas fotos y una detallada, valiosa y muy interesante descripción. Bravooo y muchas gracias sentí mucho no asistir. Los jueves se me complica
Martha Huerta (Tita)
Como siempre, maravillosas fotos y una detallada, valiosa y muy interesante descripción. Bravooo y muchas gracias sentí mucho no asistir. Los jueves se me complica
Martha Huerta (Tita)
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María Eugenia Miranda
Muchísimas gracias por tan maravilloso recorrido.
Maria Eugenia M de Sato