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SAN NICOLÁS DE TOLENTINO – SANTO PATRONO DE NUESTRA PROVINCIA

Cada 10 de septiembre los católicos y los frailes agustinos con mayor énfasis, celebramos la festividad de San Nicolás de Tolentino; los agustinos recoletos, han hecho de él,  su intercesor ante Dios nuestro Señor, para llevar a cabo las tareas de evangelización desde el Siglo XVII (a. 1621). Este Santo, fiel al carisma agustiniano, fue y sigue siendo ejemplo vivo de lo que es cumplir con la misión evangelizadora y el cuidado del pueblo del Señor.

Nació en 1245 y murió el 10 de septiembre de 1305. Ingresó al convento de los agustinos a los 11 años aproximadamente. La suya fue una vida de entrega total al prójimo, en la cual actuó con alegría, modestia, justicia, sabiduría, ajeno a la envidia; aquejado por diversos problemas de salud durante su vida adulta, jamás emitió queja alguna, en vez de hacerlo, se dedicaba con mayor ahínco a auxiliar a los pobres y a los enfermos; murió con una sonrisa en los labios, como lo cita Panedas (2005 a), en el diálogo que sostuvo con Juan, su cuidador, antes de fallecer:

-¿Qué te da tanto gozo y alegría, padre? 

Fray Nicolás se hace de rogar. Al final responde:

– Es mi Dios y Señor Jesucristo, que junto con su Madre y nuestro padre San Agustín, me ha dicho: Bien, siervo bueno y fiel entra en el gozo de tu Dios (p.175).

Es el primer Santo de los agustinos ya que en 1256 fue el año en que se constituyó dicha orden, al unirse diversos grupos agustinianos.

Fue un excelente predicador y, como confesor, su rasgo característico fue el valorar a la persona y ver el sacramento de la confesión como un encuentro entre Dios y el pecador que se acoge a la infinita misericordia divina; se dice que, sobre todo en tiempo de cuaresma, fray Nicolás era tan solicitado para la confesión, que desayunaba al anochecer; su jornada como fraile y sacerdote no cesaba al dejar el confesionario, antes bien, rezaba, ayunaba y ofrecía la misa por los que había confesado, así como por los pobres y los enfermos. Citando a Panedas (2005, b): “Como sacerdote que es, toma sobre sí la vida de los demás y, en Cristo, la presenta al Padre. Es una solidaridad refinada hasta el grado de la más alta caridad” (p.153).

 Se le conoce como el Santo de “La Estrella” y en la iconografía se le representa con ella, así como con un plato con unas perdices y panes en la mano izquierda, y un crucifijo en la mano derecha.

La estrella tuvo su origen en un sueño del Santo, en el que la veía salir de su pueblo natal Castel Sant´Angelo y continuaba su recorrido hasta llegar encima del altar del oratorio del convento de Tolentino; además, se percató en su sueño, que mucha gente que hablaba diversos idiomas acudía a ese lugar, atraída por la estrella; deseoso de saber el significado de su sueño, el Santo buscó consejo con otro fraile quien le dijo que esto era señal de su santidad, que la estrella indicaba el lugar donde debería ser enterrado y que ahí se obrarían muchos milagros, por lo que iría mucha gente de varias partes en busca de salud. 

San Nicolás llevaba una dieta muy frugal; sólo comía pan y verduras. En una ocasión, amistades cercanas al Santo, preocupadas por su estado de salud, consiguieron que el superior de la orden expidiera una carta, indicándole que debería hacer honor a su voto de obediencia y comer carne. Él accedió a probar el ala de una perdiz, misma que estaba ya cocinada y de acuerdo a la tradición, Nicolás dijo que ya había obedecido y ordenó al ave dejar el lugar, por lo que la perdiz, vuelta a la vida, salió volando.

Nuestro Santo profesaba un tierno amor a la Virgen María; un día, estando postrado en cama, María se le apareció y le pidió que enviara a uno de los monjes por un poco de pan y agua y, que al recibirlos, mojara el pan en el agua, lo comiera y quedaría curado. El santo siguió las instrucciones de la Virgen, y al comer el pan mojado, en ese momento recobró la salud y se puso a trabajar. Hasta la fecha se sigue la piadosa costumbre de repartir pan bendito cada 10 de septiembre.

Es el patrón de las ánimas del purgatorio, protector contra peligros y males. La devoción a San Nicolás de Tolentino en la Ciudad de México, de la cual es patrono, data del siglo XVII. Fue el 26 de agosto de 1611 al ocurrir un terremoto, cuando se decide que debe tenerse un patrono que conozca los terremotos y echan a la suerte su nombre, junto con el de otros santos, siendo él el ganador. Desde  el 10 de septiembre de dicho año se declaró fiesta de guardar en todo el arzobispado (Panedas, 2005 c). 

En el centro Histórico de la Ciudad de México, en lo que fuera el hospicio agustino recoleto de San Nicolás, en la esquina de las calles República de Guatemala y Academia, se aprecia una estatua del Santo, como motivación para aquellos religiosos que estuvieron en nuestra ciudad, evangelizando, mientras recuperaban fuerzas para continuar su viaje a la misión que se les había encomendado: Filipinas. Su nombre está ligado también a pueblos, cementerios, así como canteras de distintos estados de la República Mexicana.

Virtudes le sobraban a San Nicolás de Tolentino; es por ello, que los agustinos recoletos decidieron erigirlo como su intercesor, por el gran apostolado que desarrolló en su vida terrenal y por su alegría al compartir con los otros la esperanza en el perdón y en la misericordia de Dios, nuestro Señor.

Colaboración: Mari Carmen Benítez Rincón. Ministerio de Comunicación

Fuente:

Panedas, P. (2005). El Santo de la Estrella. San Nicolás de Tolentino. Madrid, España. Arte-Impress. 

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