SEMANA SANTA EN SANTA MÓNICA
Haciendo eco a la petición que hiciera el arzobispo primado de México, Monseñor Carlos Aguiar Retes, en cuanto a evitar reuniones multitudinarias en los días Santos, nuestro Templo de Santa Mónica invitó a los feligreses a participar de las celebraciones correspondientes de manera virtual y con ello evitar sobrepasar los porcentajes de aforo en las iglesias y templos que indican las normas sanitarias, lo cual tuvo una gran acogida entre los miembros de nuestra comunidad.
Como sabemos, la Semana Santa comienza con el Domingo de Ramos, día en que Jesús entra triunfante en Jerusalén, acompañado de una multitud jubilosa que le reconoce como Rey de la Paz, como el Mesías prometido; aunque la tradición indica la bendición de las palmas, en el templo no se llevó a cabo; previamente se habían circulado en redes sociales las sugerencias para hacerlo en casa. No tuvimos bendición de palmas ni procesión al entrar al templo, pero eso no importó, lo más importante de esta fecha estriba en que participamos de la alegría de Jesús y que es el prólogo al triduo pascual.
Prácticamente todas las instituciones experimentan cambios, tarde o temprano y la Iglesia Católica no es la excepción, como lo apreciamos en el triduo pascual; antaño, jueves, viernes y sábado de la Semana Santa se consideraban el triduo de la pasión; actualmente, la óptica es diferente: es un triduo de la pasión y resurrección que abarca la totalidad del misterio pascual. (ACI Prensa). Jesús, con su muerte, aniquiló a la muerte y al resucitar, nos dio la vida eterna; por ello el triduo de la pasión y resurrección de nuestro Señor Jesucristo es la conclusión del año litúrgico.
El triduo da inicio el Jueves Santo con la misa de la última cena de Jesús, continuando el Viernes Santo con la Pasión de Cristo, finalizando con la Vigilia Pascual del Sábado.
El Jueves Santo es el día en que nuestro Señor Jesucristo instituyó la Eucaristía, así como el sacerdocio y nos recuerda el mandamiento del amor que Él nos dio: amaos los unos a los otros como yo os he amado. Él estaba por entregar su vida por nosotros, para salvarnos del pecado. ¿Acaso hay un acto de amor más grande que ese? Recordando las palabras del Papa Francisco: y nosotros ¿Cómo correspondemos al amor de Dios? Con el servicio, siguiendo el ejemplo de Jesús, haciendo referencia al lavado de pies que hizo a sus discípulos.
El Viernes Santo, conmemoramos el suplicio, crucifixión y muerte de Jesús, es decir, la Pasión de Cristo; resulta inevitable pensar en el sufrimiento de la Víctima Inocente, pero sabemos que era necesario que se cumplieran las escrituras, ya que, con su muerte, nos alcanzó la vida eterna. No podemos olvidarnos de la Santa Cruz; esa cruz, que era sinónimo de ignominia, de vergüenza, de escarnio, ya que sólo los malhechores se hacían acreedores a tan terrible castigo, se convierte en el símbolo de salvación para toda la humanidad; esa cruz se ha empapado de la sangre salvadora del Señor, del inmenso amor que nos profesa, lavando todas nuestras culpas y así se concreta Su triunfo sobre el mal! ¡Bendita es la Santa Cruz!
Vigilia Pascual, celebración de la Resurrección del Señor, ceremonia por demás impactante, no sólo por la simbología compuesta por la oscuridad del templo, la bendición del fuego, el cirio pascual, los cirios individuales, la bendición del agua, la renovación de las promesas del bautismo, sino también porque la dicha invade nuestros corazones, se hace evidente que gracias a Cristo salimos de la penumbra del pecado para obtener La Luz que Él nos otorga gracias a su triunfo sobre la muerte y con su Resurrección nos hace partícipes de la misma.
Se enciende el cirio pascual y de ahí emana la luz que se va compartiendo poco a poco a los asistentes quienes van encendiendo los cirios que tienen, haciendo patente que la salvación llegó a nosotros con la Resurrección de Jesús; se hace la lectura del Pregón Pascual que es un recuento de la historia de la salvación desde que Dios creó al mundo y que culmina con la Resurrección de Jesucristo, en otras palabras, escuchamos una síntesis de la historia de amor de Dios para con la humanidad; atendiendo a las disposiciones sanitarias, esta ocasión sólo se hicieron tres lecturas, sin embargo, no podemos dejar de lado que lo citado es el espíritu del Pregón.
¡Por último, la celebración de la Santa Eucaristía tiene un ambiente de alegría y felicidad ya que se han cumplido las promesas de Dios nuestro Señor y damos gracias a Jesús por su invaluable acto de amor y nos felicitamos porque Él restauró la alianza de Dios Padre con la humanidad!
¡Felices Pascuas de Resurrección a toda la Comunidad de Santa Mónica y al mundo entero!
Colaboración: Mari Carmen Benítez R. Ministerio de Comunicación.