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¿DISCRIMINACIÓN EN MÉXICO?

Nuevamente la comunidad de Santa Mónica se engalanó con la presencia del Maestro Antonio Delius de la Vega, quien, como recordamos, es el director de la revista El Publicista y tiene una amplia trayectoria en el campo de la mercadotecnia. 

Gracias al ministerio de cultura de nuestro templo, tuvimos oportunidad de disfrutar de una conferencia, que más bien tomó tintes de plática entre amigos, debido al ameno estilo del Maestro Delius, al dirigirse a la audiencia.  

El tema que abordó fue: “La discriminación de la inmigración oriental en México”. 

¿Alguna vez ha pasado por tu mente que la gente en México practica la discriminación? ¿Será eso posible? ¡Nosotros, que cuando esporádicamente vemos a una persona de ascendencia africana caminando por las calles de nuestras colonias, nos referimos a ellos como “negritos” y hasta cariñosamente hacemos mención de haber visto a uno de ellos, nosotros los mexicanos, no discriminamos, por supuesto que no! 

¡Nada más lejano a la realidad! La discriminación no se refiere únicamente a señalar o menospreciar a los extranjeros por el color oscuro de su piel. La discriminación es tratar de manera diferente o perjudicial a los demás. La discriminación se da entre los mismos mexicanos, ya sea por su extracción indígena, por su situación económica, su estrato social, por la labor que desarrolla, ya sea como personal de limpia, o como empleado que atiende a usuarios de diversos servicios, ya sean públicos o de empresas privadas.  

La discriminación citada nos ha acompañado a lo largo de nuestro desarrollo como nación, pero lo que es aún más oprobioso es saber que esa discriminación escribió una de las páginas más tristes de la historia mexicana durante la época de nuestra Revolución.  

En 1911, en Torreón, Coahuila, un grupo de las fuerzas de Francisco Villa, asesinó a 300 chinos y, acto seguido, se dedicó al saqueo de sus comercios y casas. Francisco I. Madero ofreció disculpas al gobierno chino y se comprometió a pagar una indemnización por tres millones de pesos el 15 de febrero de 1913; la promesa no pudo ser cumplida debido al golpe de estado que dio Victoriano Huerta. 

Los inmigrantes chinos llegaron al noroeste de México, buscando el paso a Estados Unidos, pero muchos se asentaron en aquella zona, al habérseles ofrecido trabajo en la pizca de algodón; venían personas de dos grupos antagonistas; con el correr del tiempo, empezaron a tener peleas entre ambos, lo cual, aunado a que tenían casinos, fumaderos de opio y “estaban quitando fuentes de empleo a los mexicanos”, dieron lugar a que los mexicanos los catalogaran como personas violentas, drogadictas y no dignas de confianza. 

Hubo deportaciones de inmigrantes, pero también de mexicanos hijos de padres chinos, los cuales se acogieron a juicios de amparo. De hecho, hasta hubo un senador Magallón, que en 1921 diseñó un plan en el que se prohibía totalmente la inmigración de los chinos a México y entre varias propuestas estaban el que se les asignara una zona específica donde vivir (como los ghettos para los judíos) y el que se expulsara inmediatamente a los chinos que fumaran opio; sólo se aceptaría a chinos inversionistas y se negaría la entrada a los que vinieran en calidad de obreros o trabajadores. 

A tal grado llegó la discriminación en Sonora, que en abril de 1924, se legisló la prohibición del matrimonio entre mexicanas y chinos, ya que, según los legisladores, se habían convertido en una amenaza al acaparar las fuentes de riqueza de Hermosillo.  

Poco a poco diferentes estados del país se fueron sumando a las muestras de racismo, de discriminación, tales como Durango, San Luis Potosí, Chihuahua, Michoacán, Tlaxcala, Querétaro, Nuevo León, Guanajuato. Irónicamente, se estaba dando el trato discriminatorio a los nacionales chinos, al igual que se le daba y se le sigue dando a los mexicanos que van a Estados Unidos en busca de un empleo mejor remunerado. 

El racismo, la discriminación, el desprecio a los que no se considera iguales, ha generado graves heridas en el género humano. Como comunidad católica que somos, que esta pequeña nota nos haga reflexionar en las palabras del Papa Francisco en su carta encíclica Fratelli tuttiEl culto a Dios sincero y humilde «no lleva a la discriminación, al odio y la violencia, sino al respeto de la sacralidad de la vida, al respeto de la dignidad y la libertad de los demás, y al compromiso amoroso por todos». 

 

COLABORACIÓN: MARI CARMEN BENÍTEZ RINCÓN. MINISTERIO DE COMUNICACIÓN. 

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