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CONFERENCIA MAGISTRAL: ARTE SACRO EN MÉXICO SIGLOS XVI AL XX

Arquitectura, pintura, escultura, retablos, ábsides, almenas, hoja de oro, óleos, grabados, cantera, tezontle y muchos elementos más, se han conjugado en tierras mexicanas desde el siglo XVI hasta nuestros días en esta magnífica poesía que se llama Arte Sacro en México.

El pasado 26 de junio, en el Salón San Agustín, tuvimos el honor de escuchar al filósofo Eduardo A. Aguirre Rincón, cuya vasta experiencia, avalada por más de 20 años de trabajo en la Catedral Metropolitana, así como en la iglesia de La Profesa, adicional a innumerables cursos y diplomados, le acredita como docto en la materia de Arte Sacro.

Ante unas cincuenta personas, el Lic. Aguirre nos condujo por un viaje maravilloso a través de la historia de la evangelización de México, salpicada de hechos no sacros ocurridos en nuestro país, a partir del encuentro de las culturas autóctonax y española y con ello, la llegada de la  buena nueva:  la palabra de Dios.

El arte sacro es un complemento de la liturgia y se debe al sentir del ser humano cristiano,  de querer presentarlo como humilde ofrenda para mayor gloria de Dios.

El descubrimiento de América representó una nueva oportunidad a las órdenes religiosas para retomar el evangelio, para purificar sus reglas, para anunciar el evangelio con todo el ímpetu y carisma de órdenes como franciscanos (1523 y 1524), dominicos (1526), agustinos (1533), monjas concepcionistas (1545) jesuitas (1572), frailes dieguinos (1576) y mercedarios y carmelitas (1585).

Dichas órdenes religiosas se dedicaron a la labor evangelizadora utilizando todos los elementos a su alcance y, gracias a la cooperación de los indígenas empezaron a construir iglesias, capillas, conventos en los cuales, como era de esperar, se privilegió la catequesis a través de hermosas construcciones, esculturas, pinturas y retablos que narran pasajes del Antiguo Testamento, La Anunciación, el Nacimiento de Jesús, La Última Cena, La Pasión; temas como la virtud, el pecado, la creación,  el fin del mundo y muchos otros más.

Sincretismo emotivo, dueño de un plástica muy sui generis, es lo que nos ofrecen las cruces atriales del SXVI, paradigmas de la evangelización, que nos hablan del amor a la cruz en la cual el Señor Jesucristo fue atormentado por amor a nosotros;  elaboradas en piedra, se colocan  en el centro del atrio, significando que la religión gira alrededor de Jesucristo, esculpida con emblemas de la pasión muerte o resurrección y rematadas con flores o con flamas, nos  brindan además la sensibilidad de los artesanos nativos.

La forma de enlazar las diferentes corrientes del arte a través de los siglos, en un eclecticismo que subyuga a propios y extraños,  el manierismo inspirado en Miguel Ángel, el estilo renacentista, el gótico, el románico, el tequitqui (mezcla del arte cristiano con el indígena), el barroco, crean todos ellos una sinfonía cuyas tonalidades nos transportan a los diferentes siglos durante los cuales se edificaron las magníficas construcciones que tenemos en el territorio mexicano.

Con el transcurso del tiempo, las bellas artes fueron transformándose y con ellas, la forma en que se construyeron los  templos, así como las técnicas pictóricas, escultóricas y las utilizadas para elaborar los retablos, pasando por el estilo neoclásico y el neobarroco, hasta llegar al siglo XX.

Cabe mencionar que el Concilio Vaticano II no sólo marcó un hito en la historia de la Iglesia Católica en cuanto a la apertura de la misma al mundo, a todos los hombres, adaptándose a los tiempos modernos, reconociendo a mujeres y hombres por igual, así como la observancia de los derechos humanos,  sino que también impactó en la arquitectura de las iglesias,  en las cuales, el altar debería permitir al oficiante dirigirse a la asamblea, a diferencia de las de los siglos anteriores, complementando  con construcciones más sobrias sin perder su elegancia.

Gracias a aquellos primeros evangelizadores que llegaron al continente americano y a los que les siguieron, tenemos, además de la riqueza cultural que nos rodea, algo aún más importante: el conocimiento de la religión católica que nos hermana y que nos inspira como pueblo, el alto deseo de gozar de Dios en el cielo.

Colaboración: Mari Carmen Benítez R. Ministerio de Comunicación.

1 Comment

  • Pati Garcia Hidalgo
    Posted 1 julio, 2019 at 7:44 pm

    Muy buena reseña, muchas gracias!

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