En el templo de Santa Mónica se lleva a cabo la unción de los enfermos, dos veces al año, la primera el 11 de febrero conmemorando la festividad de Nuestra Señora de Lourdes, Patrona de los enfermos y el 19 de agosto en la fiesta de San Ezequiel Moreno, Santo de la Orden Agustino Recoleta (OAR), quien es también Patrono de aquéllos.
Este año, como deferencia a los enfermos, la citada unción se llevó a cabo el 10 de febrero, ya que el día 11 fue domingo, dentro del marco de una solemne misa que estuvo muy concurrida y, ¿Cómo no? Estamos hablando de un sacramento que sana no solamente el cuerpo sino también la mente y el espíritu.
En la homilía correspondiente, fray Melchor Benito Benito, rector del templo de Santa Mónica, recordó que la unción de enfermos es un sacramento de vida, provee la salud física pero también nos da paz; sabemos que cuando nos hace falta la paz, no estamos en orden; -debemos entender la presencia de Dios en nuestra vida ya que aun en momentos de dolencia se puede ser feliz, como ejemplo-, nos dijo, -tenemos a San Ezequiel Moreno y a Santa Teresita del Niño Jesús, quienes nunca perdieron la confianza en Dios, no obstante las difíciles enfermedades que padecieron-.
Hizo el celebrante hincapié en que Dios no usa la enfermedad como elemento de castigo, eso debe quedar bien claro; por otra parte, también nos hizo reflexionar en la forma en que pedimos a Dios las cosas y hacerlo como decía nuestro padre San Agustín: pedir bien, pedir cosas buenas y pedir siendo buenos; la fe nos ayuda a hacerlo así.
Algo más que señaló el oficiante fueron las palabras del Papa Francisco, quien en la Jornada del Enfermo pidió no abandonar a la gente que padece soledad, la soledad es una enfermedad muy en boga en nuestros días; no desdeñar a aquel que se encuentra solo es un acto de humanidad; igualmente, no dejarnos llevar por la cultura del descarte, es decir si no produce, ya no vale, ni tampoco dejarnos llevar por la cultura del individualismo; debemos respetar la dignidad de las personas a toda costa; por último, no nos quejemos, hay que vivir con esperanza, practicar el amor, la ternura y la compasión.
Posteriormente se llevó a cabo el rito de administración del sacramento, donde cada persona es ungida con el santo óleo en frente y manos y al hacerlo, el sacerdote dice: por esta santa unción y por Su bondadosa misericordia te ayude el Señor con la gracia del Espíritu Santo, amén. Para que te libre de tus pecados, te conceda la salvación y te conforte en la enfermedad.
Nuestros frailes ungieron a todas las personas que se formaron, prácticamente todos los asistentes recibimos la unción con fe y devoción.
Al terminar la misa, como cada vez que se recibe este sacramento, se sentía y respiraba un ambiente de paz y tranquilidad entre la concurrencia.
Colaboración: Mari Carmen Benítez R. Ministerio de Comunicación